Suspiro. No quiero llorar, pero estoy muy nerviosa, a pesar de que sea solo Josh.

―Temo cagarla. Soy como una bomba, Josh. No podría soportar que Leo sufriera por mi culpa. Además, tengo dieciocho años. ¿Qué puedo aportarle yo a él? Acabaría cansado de mí. No quiero perderlo por nada del mundo, Josh ―confieso comenzando a llorar silenciosamente―. Necesito que esté en mi vida para siempre. Una amistad es más probable que dure que una relación.

―Cremita, Leo tiene poco más de treinta. ¿Qué os sacáis? ¿Doce años?

―Catorce. Tiene treinta y dos. Bueno, el veintisiete de diciembre cumple los treinta y tres, así que, en realidad, me saca quince años.

―Menudo drama, ¿eh? ―ironiza.

―Oh, cállate.

Seguimos hablando unos minutos más, hablando de su trabajo y su relación. Le está yendo todo genial, y yo no puedo alegrarme más por él.

Cuando por fin colgamos y bajo a la cocina, Leo se encuentra colocando la mesa. Café, huevos revueltos y tortitas. Pagaría por despertarme así toda mi vida.

―Buenos días, Leo.

―Buenos días, Kat.

Cuando termina de colocar todo, me acerco a él cabizbaja.

―Kat, sé que vas a disculparte, pero no hay nada que disculpar, ¿de acuerdo?

―Sí que lo hay ―replico mirándolo―. Soy idiota. Me dejé llevar sin considerar el daño que podría hacerte a ti.

―Yo creo que, más bien, quisiste hacerme feliz, y te lo agradezco, pero necesito que me hagas un favor.

―¿Cuál? ―pregunto sin saber muy bien por dónde van sus intenciones.

―Necesito que hagas lo que quieras hacer, no lo que creas que quiero, ¿vale? ―me pide acariciando suavemente mis brazos.

Yo asiento hasta que me doy cuenta de que entendió mal lo de anoche.

―¿Piensas que yo no quería realmente acostarme contigo? ―pregunto con un poco de miedo. Nunca me han dado vergüenza estas cosas, pero con él, por algún motivo, lo hacen.

―Creo que lo que querías fue una mezcla de querer dejar de sentir dolor por Jason y querer hacerme feliz a mí. No quiero eso para ti. Además, sabía que hoy te arrepentirías.

―Te equivocas ―digo firmemente―. Puede que no lo pensara mucho, pero es cuando pienso cuando evito hacerte daño de cualquier manera. Sé que no soy buena para ti, y es cuando pienso cuando evito que algo pueda pasar.

Tras decírselo, me giro para sentarme y desayunar.

―Gracias por el desayuno ―digo animándome a mirarlo―. Y, ¿puedes hacerme tú a mí otro favor?

Leo me mira, desconcertado. Apenas se ha movido tras mis palabras.

―¿Qué necesitas? ―pregunta casi sin aliento.

―Necesito que hagas lo que tú sientas ―respondo repitiendo sus palabras―, sin pensar en lo que creas que yo quiero. ¿Lo prometes?

Leo se sienta frente a mí con una sonrisa.

―Vale, enana. Ahora, desayunemos, y ya hablaremos largo y tendido esta noche, ¿de acuerdo?

―¿Por qué esta noche? ―pregunto sin entender.

―Porque necesitas hablar con Jason, Kat. Aclarar las cosas. Y, por si lo has olvidado, Polly te dio la noche libre a cambio de que te pasaras esta tarde por el local.

Mierda, se me había olvidado.

―Vale, pero no va a cambiar nada porque hable con Jason.

―No saques conclusiones sin hablar primero, Kat.

Le doy un sorbo al café para tranquilizarme.

―Ah, y hay algo más que quiero ―apunta.

―¿Qué?

―Me gustaría que volvieras a mudarte aquí.

Yo sonrío, porque si me fui, realmente, fue para no incomodar a Leo. Y para evitar volver a liarme con él. Cuando sale del cuarto que tiene ambientado para hacer ejercicio me cuesta centrarme.

―Hecho.

***

―No pensé que te encontraría aquí ―dice Lara sorprendida al entrar en el cuarto que compartimos.

―Ya me iba ―digo cerrando mi maleta.

―¿Te vas? Kat, me gustaría que te quedaras aquí. Entiendo que estés enfadada con Jason...

―No ―la interrumpo―, esto no tiene que ver con Jason ―me giro para encararla―. Apenas he dormido un par de veces aquí, no tiene sentido estar pagando por esta habitación.

―Ya, pero pagas esta porque esta universidad no admite que personas de diferente sexo compartan cuarto.

―Exacto, pero es que ahora ni siquiera voy a dormir en el campus.

―¿Entonces? ―pregunta extrañada.

―Me vuelvo con Leo. Fue estúpido de mi parte irme.

―Entiendo ―hace una pausa y se queda mirándome―. Espero que sepas que puedes contar conmigo. Si quieres hablar, o ir a tomar algo...

―Gracias, Lara. Te prometo que no tengo nada en tu contra. Ni en la de nadie, en realidad. A tus amigas, empezando por Regina, no las soporto, pero te aseguro que no me corto ni mucho menos por ellas. A los chicos y a ti os tengo cariño, en serio.

―Regina es gilipollas a veces ―se acerca y me abraza―, pero espero que soluciones las cosas con Jason. Sé que te quiere, y tú también a él.

―Ya nos veremos por clase ―digo rompiendo el abrazo.

Una vez fuera, me dirijo al coche para llevar mis cosas de vuelta a casa de Leo. Guardo todo en el maletero y me dispongo a abrir la puerta.

―Hola, Kat.

Me giro y, literalmente, me quedo congelada.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

Cortito, pero necesario para meternos ya, casi, en la recta final.

Por cierto, hemos llegado a las mil lecturas. GRACIAS, OS ADORO.

Espero poder editar el siguiente capítulo para el viernes. ¡Nos leemos!

La chica nuevaWhere stories live. Discover now