- Quiero el tipo de fotos que te salgan a ti, bonita. No pienses tanto y tómalo más como un juego...

- ¿Un juego? Esto es para Vogue, ¿sabes? - Alba rio ante esa frase.

- Dijiste exactamente eso cuando nos conocimos y te quise hacer la sesión sin maquillaje y en sudadera...

- Y las fotos lo petaron - terminó la frase, antes de darle play a una canción en concreto.

- ¿Only? - sonrio la rubia.

- Es mi canción favorita - se justificó,  encogiéndose de hombros.

- Lo sé - suspiró, recordando cuando se la enseñó en una de las sesiones y ella no se la pudo quitar de la cabeza en días.

Ni a la canción, ni a ella.

- ¿Empezamos, bonita? - la sacó de sus pensamientos Natalia, que se había acercado a la rubia hasta situarse a la distancia perfecta para disparar.

- Empezamos - asintió Alba, irguiéndose para dedicarle la primera mirada directa a cámara.

Las primeras fotos las tomó Natalia en silencio absoluto, sin indicaciones, sin correcciones de posición, sin comentarios sobre lo captado. La morena apretaba el disparador frenéticamente, moviéndose a un lado y a otro, hacia delante y hacia atrás. Inquieta. Alba la miraba también en silencio, siguiendo el objetivo, tratando de dejarla experimentar y darle tiempo para acomodarse a su nuevo rol.

- Vale, así no - sentenció Natalia, tras revisar el resultado-. Son fotos que te podría haber sacado cualquiera. Pensaba que me iba a concentrar más si no hablábamos, pero creo que es mejor hacerlo. Y disparar menos, pero con más criterio.

- A ver si me vas a acabar quitando el puesto - bromeó Alba, muriéndose de ternura al ver la seriedad con la que se tomaba su cometido.

- La que me va a quitar el puesto eres tú. Que incluso con una fotógrafa novata como yo sales la más guapa de todas.

- Tú sí que eres la fotógrafa novata más guapa de todas. ¿Quieres darme indicaciones? Igual así es más fácil, solo visualiza una imagen en tu cabeza y recréala.

Natalia aceptó su propuesta y su mutismo se convirtió en verborrea. Corregía su posición corporal, la luz, el perfil que quería retratar, y todos los detalles que le vinieron a la mente.

- ¿Así? - preguntó Alba, tras hacerle caso en todo como la más obediente y paciente de las modelos.

- Solo... - se acercó y colocó el dedo índice bajo su mentón para alzarlo un poco.

Sintió como Alba reaccionaba a ese contacto de pieles y se sorprendió. Se habían tocado de todas las maneras posibles desde que se conocían y, aun así, un simple roce en medio de una sesión era tan poderoso como para erizarle la piel como si fuera la primera vez.

- ¿Te pongo nerviosa? - susurró, clavando sus ojos en el color miel de la rubia, que parpadeó sorprendida por la rugosidad de su voz.

- Nat...

- Te pongo nerviosa - afirmó.

- Sabes que sí.

- Es increíble...

Natalia deslizó su dedo por la línea de su mandíbula hasta recorrer todo su perfil, sin dejar de mirarla a los ojos. Ambas se dieron cuenta de que habían contenido la respiración cuando el contacto cesó.

La morena dio un par de pasos hacia atrás y, convencida de la magia del momento, tomó unas cuantas fotos.

Alba sintió su piel expuesta con cada flash, cada destello de luz se convertía en evidencia. En los movimientos de Natalia detectaba pasión, compromiso, esfuerzo y la voluntad de plasmar lo intangible de su conexión. Para la rubia, siempre parapetada tras su cámara que hacía las veces de escudo, ponerse delante era todo un reto.

desnudArte | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora