Capítulo 6

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El pequeño vulcano caminaba con timidez por los pasillos de la escuela, llevaba consigo algunos dulces y un pequeño peluche dentro de su mochila. Le había confesado a su madre que sentía pequeños calambres en su estómago cada que hablaba con una de sus compañeras de clase, el niño tenía el temor de padecer alguna enfermedad, sin embargo, la sonrisa cálida de su madre le tranquilizó un poco.

-Eso se llama amor - el pequeño Spock había escuchado algo del tema, pero nunca pensó que podría experimentarlo - es normal que te guste una persona, no es una enfermedad.

Ser un híbrido le daba la oportunidad de tener sentimientos más intensos que un vulcano normal, de igual forma, suprimirlos se le complicaba. Aún con los arduos entrenamientos de su Padre para mantenerse sereno, siempre se desbordaba cuando hablaba con su progenitora.

Cuando la humana se enteró de que su pequeño tenia su primer interés amoroso, no dudó en alentarlo a confesarse con la niña. Sin embargo, cuando vió a Spock volver con lágrimas en los ojos y los regalos en sus manos, supo que no debió crearle ilusiones.

No correspondo a tus sentimientos, además, permitirme sentirlos sería una falta a mi entrenamiento y a mi familia

Spock experimentó su primer corazón roto, ni siquiera los mimos de su madre le habían dado consuelo. Era pequeño y aún no sabía la magnitud de sus emociones, así que cuando su padre le reprendió por sumergirse en su miseria, se hizo la promesa de que no permitiría que nadie más le hiciera daño.

Podría decir que logró su cometido con éxito, había tenido algunas relaciones sentimentales, y nunca se había encariñado con ninguna de ellas. Sin embargo, alguien había puesto en peligro ese balance sin siquiera tener una relación cercana.

Tenía miedo de que la historia se repitiera, ahora ya no tenía a su madre para reponerse y su padre probablemente se decepcionaría de verlo nuevamente en el mismo estado. Pero ¿Qué tal si la historia era diferente esta vez? Brice había confesado sus sentimientos primero, las probabilidades de que lo rechazara eran bajas, pero, aún con sus cálculos y los posibles escenarios, el temor seguía ahí.

______, por el contrario, se había resignado al rechazo del vulcano, no era el primero ni el último que experimentaría, así que solo se concentraba en seguir con su vida. Como en ese momento, en el que analizaba algunos jeroglíficos bajo la atenta mirada del comandante. Llevaba cerca de cinco minutos intentando controlar los nervios e incomodidad que tenía por ser observada, pero de nada servía porque no podía concentrarse para hacer el maldito reporte que tenía que entregar en una hora.

- Buen día comandante, ¿Puedo ayudarle en algo? - el estrés, la ansiedad y los nervios solo aumentaban a cada segundo, así que decidió confrontar a su superior para pedirle que la dejara en paz y entregar su trabajo.

- Buen día teniente, solo venía a informarle que la próxima sesión destinada a los avances de su proyecto está programada para la siguiente semana - si bien no era la razón principal por la que venía, no iba a admitir que estaba ahí solo para verla.

- Entendido, gracias - ________ iba a volver a lo que hacía, pero el vulcano la interrumpió.

- Debería optimizar su trabajo con la escritura por voz - la chica sonrió y asintió - con permiso.

Al principio el señor Spock consideraba la fusión de cuadrillas como algo positivo, sin embargo, con el paso de los días le resultaba incómodo asistir a las reuniones, la idea de que los sentimientos de la teniente hubieran cambiado se hacía presente en esos momentos y se le dificultaba concentrarse en el informe. Las dudas lo invadían y jugaban con su fuerte estabilidad emocional.

La solución más lógica que encontró fue hablar con la teniente, expresarle sus sentimientos y que ella hiciera lo mismo, tal vez la respuesta no sería de su agrado, pero por lo menos podría quitarse un peso de encima. El problema era que ella nunca estaba sola y lo que menos quería era que los rumores empezaran o, peor aún, ser sometido nuevamente a una humillación pública que manchara su reputación que tanto trabajo le había costado crear.

Afortunadamente, la misión estaba pronta a su fin, en unos días llegarían a la Tierra y entonces, Spock tendría la oportunidad perfecta para hablar con la teniente. Pero no contaba con que el papeleo para el aterrizaje tomaría más tiempo por el aprendiz que estaba haciendo el proceso. Nunca había experimentado tanta desesperación en su vida como la que sintió esas tres horas, y mejor ni hablar del momento en el que todos los papeles salieron volando de la carpeta cuando el chico tropezó con sus propios pies.

Una vez liberado de la tortura de esperar la validación del aterrizaje, se encontró con un problema más grande: _____ se había marchado hace unas dos horas y Spock no tenía forma de localizarla, de suerte que al ser oficial tenía acceso a los expedientes de la tripulación, ¿Buscar el domicilio de la teniente Brice era un abuso de poder? Tal vez, pero se justificó diciéndose a sí mismo que era un asunto de suma importancia que la afectaba directamente.


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