Capítulo 7

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Ya había pasado un mes de nuestra luna de miel.

Es más, un mes y dos semanas.

Si bien, Justin a veces tenía comportamientos extraños, o llegaba más tarde de lo normal – no a las una de la madrugada, pero un poco más tarde sí – yo había preferido no indagar más en el tema.

Si Justin quería contarme qué andaba mal, o si algo sucedía, lo haría por iniciativa propia.

Cada vez hacíamos un mejor equipo Scott, Alex y yo.

—Amo los sábados. —Acaricié el desnudo estómago de Justin.

—Yo también, nena. No sabes cuánto amo esto.

De pronto su mano se deslizó por mi espalda desnuda y tocó mi parche.

—¿Pero qué coño…? —intentó despegarlo y yo me senté inmediatamente.

Caí en cuenta de mi gran error segundos más tarde, cuando tenía mis senos a la vista de Justin.

—No lo toques, Justin. —le advertí.

—¿Por qué algo toca tu cuerpo sin mi consentimiento?

—¡Oh! ¿Ahora nada puede tocarme?

—Sólo la ropa y cuando yo lo permito. Si estás conmigo, el cincuenta por ciento de las veces estás desnuda. Me gusta así.

—Maniático. —le dije, volviendo a taparme.

—Dime, ¿qué es eso?

—Un parche… anticonceptivo. —sus ojos se abrieron como platos.

—¿No tomabas la píldora? —me dijo.

—Jamás he tomado la píldora. —mis cejas se juntaron por la confusión. Creía que lo había notado.

—¿Hemos estado sin protección todo este tiempo? —dijo asustado. —¡Ni siquiera con condón!

—Me gusta sentirte, campeón. —sonreí. —Me inyectaba. —le informé.

—¿El parche es más eficaz?

—Así es. Menos riesgo. 

Una parte de mí se desilusionaba al ver su poco interés de ser papá.

No es que yo quisiese embarazarme, por supuesto que no, pero de igual forma me dolía.

Estuvimos acurrucados en la cama hasta que Justin creyó que yo tenía hambre.

—¿Qué quieres hacer hoy? —me preguntó llegando al dormitorio con el desayuno.

—Estar en casa. Contigo. —dije llevándome el zumo de naranja a la boca.

—Buena elección, nena. —los fuertes brazos de Justin me rodearon la cintura.

Luego del desayuno, ambos nos dimos una relajante ducha.

—No te vistas. —me dijo Justin, quitándome la toalla.

—Justin, está Jenn por ahí. No puedo no vestirme.

Él puso en blanco los ojos, como signo de exasperación.

Me puse mis pantalones cortos de hacer ejercicio y una sudadera holgada.

—Me gusta cómo te queda eso. —su sonrisa pícara me cautivó.

—Claro, porque no llevo sujetador y ésta sudadera es lo bastante baja como para que sólo me tape los pezones, cochino. —dije dándole un empujón.

But The Heart Want What It Wants ➳  j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora