Capítulo 27 - Negociaciones

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Jack la tendió en el suelo, poniéndose de rodillas a su lado, quitándole el cabello de la cara al tiempo que ella tosía el agua que raspaba sus pulmones

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Jack la tendió en el suelo, poniéndose de rodillas a su lado, quitándole el cabello de la cara al tiempo que ella tosía el agua que raspaba sus pulmones.
Él la sentó en una posición en la que pudiera sacar todo y esperó atento.

Catrina se calmó y pudo observar a Jack con claridad.
Su piel lucía espectral, su iris y cabellos eran blancos. ¿Cómo es que había decaído tan rápido?
Llevaba el pecho descubierto, solo vestía unos pantalones negros con una insignia similar a un corazón en el costado. ¿Era ese un tipo de uniforme?

—No quería que me vieras así. No quería que este fuera tu último recuerdo de mí. ¿Por qué estás aquí, Catrina?

—Jack... —dijo abrazándolo fuerte —. ¿Qué fue eso? —preguntó mirando al agua que se asentaba poco a poco.

—Está diseñada para contenernos, a todo el ejército de Cirse. Les alimentan tirando cuerpos desde la parte de arriba, es por eso que te mordieron. ¿En qué estabas pensando?

Catrina se miró el cuerpo, pero fuera de su vestido blanco manchado de sangre, su piel sanaba a una velocidad impresionante incluso para ellos. Se puso de rodillas de inmediato, se tocó el pecho y sacó dos bolsas extras de la sangre sintética que había guardado en su brasier para emergencias. Le sorprendía y agradecía que al menos no la mordieron en ningún "área privada" o se las hubieran reventado.

—¡Bebe esto!

—Eso no es...

—Cállate y bebe —le ordenó ella.

Él la miró como si estuviera loca, pero obedeció.

Su rostro fue comiquísimo, aun en tal situación. Una pequeña venganza de Catrina por haberla preocupado tanto. Jack, así como ella, también dio arcadas y se tuvo que tapar la boca para no vomitar.

—He probado la plaga y la putrefacción, pero esto es mil veces peor —dijo él limpiándose la boca, disgustado, quitándose el residuo de los labios. Y entonces, casi de inmediato, su piel volvió a su textura de siempre, los ojos y el cabello se le empezaron a colorear. Jack se observó la mano, impresionado.

—Es casi el doble de velocidad que la sangre común.

—¿Quieres compartir la otra? —le dijo Catrina.

—Querer no es un verbo que usaría en relación con esa substancia.

Catrina bebió la mitad de la segunda, de nuevo con las lágrimas en los ojos por el asco, y Jack hizo lo mismo.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo te libraste de mi orden? —le dijo finalmente después de tirar la bolsa lejos de ellos, disgustado. Ambos se pusieron de pie.

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