Capítulo 7: Conociendo Argentina

98 4 0
                                    

Dejamos las maletas sobre mi cama y les empecé a mostrar la casa, se quedarían allí toda la semana.

Les pregunté donde querían dormir, mi habitación era lo suficientemente grande como para cinco personas. Pero capáz que ellos querían dormir apartados como para que no me metiera en sus cosas, no escuchara los planes que tenían pensados durante el viaje... en fin.

Pero lo que más me sorprendió es que ambos aceptaron dormir en mi habitación.

Ustedes dirán que mi cuarto será muy "femenino" para ellos, pero no es así. Tenía posters de videojuegos, estaba pintada de rojo, figuras de acción por todas partes, la habitacioó ideal para un friki.

Acto seguido les pregunté que querían desayunar, porque como había dicho antes, ni Lola ni yo habíamos comido nada.

-No se tio, lo que tengas.-. Dijo humilde. Pero eso no iba a funcionar.

-Pidan lo que sea.-

-¿Lo que sea?-. Dijo con una sonrisa picara dinujada en su rostro.

Lo más ridículo es que cuando noté esa sonrisa en su rostro, pensé algo así como (por favor que no me diga "a ti").

-Lo que sea.-. Dije con un poco de miedo pero decidida.

Se miraron por unos segundos y Mangel dijo...

-¿Sabeh cocinar?-

-Obvio.-

-Vale, ya que lo pides así... panquques con mantequilla y dulce de leche.-

Mangel asintió.

-Vale.-

Me fuí unos minutos a la sala para buscar uno de los libros de cocina que tenía mi papá. Fuí al estante y comenzé buscar entre todos los libos de recetas, (no se que haría sin esos libos) luego de unos minutos lo encontré: "Desayunos en familia", lo cogí y empezé a buscar la receta de los panqueques, no tenían el dulce de leche, pero eso no sería un problema.

Regresé a la cocina y abrí el congelador para buscar todos los ingredientes necesarios para mi "obra maestra". Los encontré, los puse sobre la mesada y puse manos a la obra.

En menos de dos horas estuvieron listos, tres platos de panqueques con dulce de leche y mantequilla, seis panqueques cada plato. De seguro que será un desyuno que nunca olvidarán.

-Wow tio, están geniales.-. Dijo Rubius con la boca llena.

Mangel estaba mirando para abajo y seguía masticando y saboreando. Luego de unos segundos empieza a sacudir la cabeza con una sonrisa, eso era buea señal.

-¿Y?.-. Pregunto impaciente.

-Me encantan.-

Nos reímos un montón.

-¿Enserio?-. Noté como unos calores insoportables se me subían a la cabeza.

Los dos me respondieron que si muy alegremente.

Empezamos a comer mientras hablábamos de cosas que a veces ni nosotros sabíamos como llegábamos a esos temas.

Ya hasta me dolía la tripa de tanto reír.

Terminamos de desayunar, nos lavamos los dientes, yo lavé los platos.

Hay algo que quise hacer desde hace mucho tiempo, pero nunca se me presentó la oportunidad... hasta hoy.

-¿Quieren ir a visitar el obelisco?-. Pregunté entusiasmada.

-Yo quiero, ¿tú Mangel?-

-Claro tio, no tienes ni que preguntarlo.-

Mi vida con RubiusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora