12 │(Des)ahogos

11.9K 1.1K 1.4K
                                    

SAIGE

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

SAIGE

ANTES:

—Saige, tienes que decirnos si es cierto lo que salió en Daily News —La inevitable pregunta finalmente salió a colación y tuve que esforzarme por no huir de mi puesto.

Alcé la vista hacia Mishka y Sun-Hee, ambas se encontraban del otro lado de nuestra mesa habitual en la cafetería, observándome con ojos muy abiertos y mucha sed de respuestas.

El «amigo» de la relacionista pública de los McLaggen fue bastante inoportuno. No podía hablar por Hunter, ya que ni siquiera nos habíamos cruzado esa mañana en la escuela, pero a mí me había sorprendido que decidiera soltar una bomba tan inesperada como esa, justo cuando estábamos en un lugar tan público como Lawrence. Sin preparaciones, sin un «Vale, la farsa comenzará a partir de este momento». Porque no me sentía preparada en absoluto para simplemente apretar el interruptor y fingir de un segundo a otro que estaba viviendo una supuesta historia de amor. Sobre todo no cuando todavía tenía esta rabia internalizada que no había podido sacudir durante todo el fin de semana.

Amaba a mis padres, pero no podía creer que hubiesen pasado sobre mí de esa forma. Ellos me habían inculcado desde muy joven la importancia de reclamar tu poder, de hacerte escuchar y de siempre mantener el control en cualquier situación. No sabía, hasta el día de la reunión, que sus propios consejos no aplicaban con ellos.

Había tratado de hacerles saber que no estaba contenta con su decisión, una especie de huelga de silencio. Las huelgas tenían buena reputación en la historia de la humanidad, así que no perdía nada con intentarlo.

La regla principal de la huelga: Ninguna clase de interacción con ellos.

Le pedí explícitamente a Corinne que subiera todas mis comidas a mi habitación, y no salí ni siquiera para tomarme un vaso de agua, todo, para probar mi punto. Bueno... no funcionó. De hecho, Corinne, fiel a su papel de colaboradora en mi huelga, me informó que la noche del sábado mis padres invitaron al Sr. McLaggen y a su esposa a nuestro penthouse. Tomaron vino, hablaron, rieron, celebraron. Ahí fue cuando la rabia regresó. Rabia que no podía calmar porque también estaba furiosa con la única persona con la que podría desahogarme: Keegan.

Experimentar esa rabia incontrolable me causaba tanta ansiedad que incluso consideré recurrir a Hunter y su método efectivo de descargue. Y lo habría hecho, si tan solo tuviese registrado su número telefónico.

Oh, la ironía de ser su supuesta nueva novia, la cual ni siquiera se sabía esa información vital de contacto.

—¿Y bien? —Mishka presionó, sus grandes ojos cafés abriéndose de manera intimidante—. No me digas que no aprendiste nada después de todo lo que les conté sobre Hiram.

Quise decirle: «Oh, créeme, he aprendido muchas cosas sobre los McLaggen últimamente, muchas cosas además de Hiram siendo un auténtico mujeriego sin cura». Sin embargo, no podía. En la carpeta que Esther nos había facilitado, la primera indicación, escrita en negrita, era:

La Ley de lo (Im)perfecto ©Where stories live. Discover now