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xxvii. por siempre y para siempre
En casa de Aura y Sirius había un gran revuelo. Apenas faltaban unas horas para la boda de los dos mencionados y a Aura aún le costaba creerlo.
Iba a casarse con Sirius, iban a ser marido y mujer. Le parecía irreal, en medio de la guerra que vivían.
—¡Por Merlín, estás preciosa! —exclamó Lily, entrando en el dormitorio junto a Ariadne. La primera llevaba a Vega en brazos, la segunda parecía preparada para maquillar y peinar a cien personas—. ¿Por qué no he visto antes el vestido?
—Tampoco lo vi yo —admitió Aura, observándose en el espejo—. Solo confié en el buen criterio de Ariadne.
El vestido era bastante sencillo, incluso soso para algunos, aunque a Aura le encantaba. Obviamente, era blanco, con escote de corazón y unos tirantes que le cubrían parcialmente los hombros. La parte superior estaba formada por dos telas iguales cruzadas. Un lazo blanco le hacía de cinturón. La falda, lisa y recta, le llegaba a los tobillos. Aura había dicho que no quería nada de cola ni tul y Ariadne lo había aprobado.
—Bonito, ¿cierto? Aunque no entiendo por qué vas a ir de blanco si esta niña va a estar presente —bromeó Ariadne—. ¿Preparada para la sesión de maquillaje y peluquería? Tenemos que ir rápido.
—Adelante.
Ariadne se puso manos a la obra al instante. Lily dejó a Vega en el suelo, cerca para poder vigilarla, y comenzó a limar las uñas de Aura.
—¿Estás nerviosa? —preguntó Lily.
—No —admitió Aura—. Quiero decir, no es como si creyera que Sirius fuera a dejarme plantada en el altar o algo así. Sabe las consecuencias de eso.
—Me gusta cuando eres tan violenta, Potter —rio Ariadne—. ¿O debería decirte Black?
—Black... Por Merlín, qué raro va a ser esto —dijo, riendo—. Creo que seguiré usando Potter para el trabajo. Sirius se cambiaría el apellido si de él dependiera. No le termina de hacer gracia que Vega lleve su apellido.
—Pero apellidarse así tiene ventajas. Solo, piénsalo. Cuando ella vaya a Hogwarts y diga que se llama Vega Black... —Ariadne sonrió, traviesa—. Es básicamente ser de la realeza. Nadie se burlará de ella. Podrá divertirse amenazando con usar la magia oscura que su querida abuelita le enseñó o...
—Mi hija no va a hacer eso —protestó Aura.
—Bueno, lo de amenazar con magia oscura lo veo posible —comentó Lily—. Tiene tus genes y tú te pasas el día amenazando a la gente. Puede que "te lanzaré un maleficio" sea su primera frase.
—¡Lils! —protestó Aura—. ¡No siempre!
Ariadne y Lily interxambiaron una mirada cómplice y rieron. Aura frunció el ceño. ¿Se había perdido algo?
