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Conway observaba desde su escondite cómo los omegas se movían en distintas filas hacia los camiones. Su instinto no le había fallado, aunque lejos de alegrarse por aquel descubrimiento que los llevaría hasta donde ellos querían, se sentía furioso.

—Ahí están— habló Volkov atento a la escena.

Vieron salir del Refugio a aquella cresta tan particular justo detrás del rubio, dirigiéndose igual que los demás hacia los vehículos.

Volkov también estaba enfadado, sobre todo al ver cómo uno de los uniformados empujaba a Horacio. Los otros dos alfas podían notar la furia de aquellos dos hombres, por lo que se limitaron a mirar y no hacer comentarios.

—Vamos— habló Conway de pronto— Les daremos una sorpresa.

El resto obedeció sin cuestionar nada. Vieron cómo el alfa se acercaba a uno de los coches que había allí aparcado, para luego romperle la ventanilla y meterse dentro. Tras unos minutos haciéndole un puente, logró encenderlo.

—Subid.

Una vez dentro del coche, el alfa arrancó, metiéndose entre callejuelas hasta llegar a su objetivo: un pequeño callejón junto a la carretera principal. Sabía que aquel era el camino que debían seguir los camiones.

—Volkov, en cuanto pase el último, pínchale las ruedas— dijo saliendo del coche para comenzar a vigilar— Pero acuérdate del silenciador.

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—Greco, tu adelántate y ve informándonos— volvió a hablar mientras le tendía una radio.

—A sus órdenes.

La espera no se hizo muy larga, pues a los pocos minutos la voz de Greco se escuchó por radio, para justo después comenzar a ver camiones pasar.

—Confío en tí, Volkov— murmuró Conway alentando al ruso.

Éste cogió una bocanada de aire mientras apuntaba, aguantando la respiración justo en el momento del disparo para no perder puntería.

—Le has dado— se escuchó la voz alegre de Greco.

Esperaron un poco para salir de su escondite hasta que el resto de camiones habían desaparecido de su campo de visión. En cuanto el piloto y el copiloto salieron del vehículo para revisar qué había pasado, no dudaron en disparar, abatiéndolos al momento.

Greco salió corriendo para abrir la puerta trasera, encontrándose a numerosos omegas que no dejaban de temblar, pero ni Gustabo ni Horacio estaban allí.

—Podeis salir— habló alejándose de la puerta para darles más confianza.

A pesar de que al principio dudaron un poco, comenzaron a salir de forma ordenada, todavía temiendo lo peor.

—No os haremos nada— habló Brown con cierta sorna— Salid rápido y marchaos ya, tenemos cosas que hacer.

En seguida se ganó la mirada cargada de reproche de Greco.

—No seas capullo.

El mencionado simplemente rodó los ojos, acercándose a uno de los cadáveres para comenzar a quitarle el uniforme.

—Conway, yo iré de piloto, póngase el otro traje.

—Cuanto entusiasmo— respondió el mayor de forma seria.

Sin embargo no le llevó la contraria. Tenía curiosidad sobre cómo quería actuar aquel alfa.

Conway había elegido aquel callejón por un motivo, las numerosas tiendas que adornaban aquella calle. Iban a necesitar cambiarle la rueda si querían volver a poner en marcha el camión. Comenzó a buscar de forma rápida las cosas necesarias para hacerlo, no querían retrasarse mucho.

𝑲𝒊𝒍𝒍 𝑱𝒂𝒄𝒌  |Intenabo|Kde žijí příběhy. Začni objevovat