Capítulo 15

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—Por fin...—soltó el líder del equipo azul.

Su expresión denotaba total victoria y satisfacción. Abajo, en las instalaciones que habían sido diseñadas específicamente para ese propósito, el enorme pokemon legendario creador de los océanos yacía finalmente capturado. Sus aletas estaban fuertemente sujetas por dos enormes argollas de acero, y una tercera argolla cerraba su boca para evitar que cualquier técnica saliera de ella. El cubo en donde Kyogre estaba contenido también contenía agua del mar que entraba por ductos en la base marina del equipo Aqua.

El pokemon azul ya estaba repuesto de la sacudida eléctrica con la que lo habían controlado, y a pesar de que había sido atacado, apresado y capturado, se mostraba completamente tranquilo y no había hecho el menor intento por escaparse. Se limitaba a observar fijamente con sus ojos amarillos al hombre que le venía haciendo compañía desde que lo encerraran allí. Ya se había grabado para siempre su imagen en la mente, y todo el odio que el pokemon era capaz de sentir había recaído en esa imagen. Era fácil de notar por su gesto tan frío y apacible.

Archie de algún modo pudo sentir los oscuros pensamientos y sentimientos que Kyogre transmitía, a pesar de que él no era del tipo de entrenador que lograba sentir nada llegándole desde los pokemon. Éste sin embargo podía transmitirle sus sentimientos de desprecio, y él lo consideró una señal de unión entre ellos: él estaba destinado a ese pokemon.

Se pasó la mano por la frente y se quitó el pañuelo humedecido: hacía un calor infernal allí abajo pero él no le dio importancia. Primero tenía que calmarse de la emoción producida al ver su sueño de controlar a Kyogre y preparar la expansión de las aguas tan cerca de estar en sus manos. Observó una última vez al pokemon azul y luego subió por las escaleras a los niveles superiores.

En cuanto le vio partir, Kyogre desvió la mirada sin poder pensar en una forma de salir de allí. Las argollas que le contenían eran fuertes y tendría dificultades para destruirlas, más si no podía lanzar un hiper rayo para intentar liberarse. Su odio hacia aquel humano destructivo y codicioso se vio rápidamente reemplazado por una terrible preocupación: lo último que recordaba era haber visto a Groudon siendo atacado por los pokemon de agua de estos humanos. Sabía que el pokemon era muy poderoso pero igualmente seguía teniendo cierta debilidad al tipo acuático. Esperaba que no hubiera salido lastimado.

"Groudon..."—pensó el pokemon, siendo tomado por la tristeza.

No sabía cuáles eran los planes que aquel sujeto tenía para él, pero no podía ser nada bueno. Recordaba a los humanos como criaturas ambiciosas: no todos lo eran, ciertamente, pero a los que más recordaba era a aquellos que habían intentado hacerse con algunos de sus hermanos en el pasado y a los que ahora destruían sus aguas y a sus criaturas. ¿Por qué las cosas tenían que ser así? Rememoró la conversación que había tenido con el pokemon rojo respecto al libre albedrío que se les había dado a todas las criaturas para hacer con sus destinos lo que quisieran. A su juicio, los humanos nunca debieron haber recibido aquel regalo tan importante.

Recordó de pronto que aquella mañana se había despertado listo y deseoso para confesar sus sentimientos al pokemon de tierra. Él le había dicho que había descifrado el acertijo que le había dejado. ¿Habría acertado? ¿Habría hecho Groudon la suposición correcta y se había percatado de que era él el poseedor de sus sentimientos? Kyogre suspiró aplastado por los sentimientos y el pesar de haber estado a solo una respuesta de haberlo sabido. Tal vez ahora nunca lo sabría, y tal vez no podría volver a ver a Groudon jamás.

En las salas superiores, los miembros del equipo Aqua estaban en plena actividad: redactaban informes, recopilaban datos, estudiaban al pokemon encerrado en la cámara inferior y se preparaban. A cada minuto debían parar para quitarse el sudor que les caía en los ojos y entorpecía la vista. Todas las ventanas estaban abiertas y ni siquiera el sistema de ventilación conseguía apaciguar la alta temperatura que se sentía en el lugar: Groudon estaba furioso y se los estaba haciendo saber.

Canción de las olas (KyogrexGroudon)Where stories live. Discover now