Capítulo 4.

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Ya habían pasado dos semanas desde que el "maravilloso" jugador de béisbol que todo el mundo admiraba y su novia, le habían pedido ayuda con el vestido para su boda, entre otras cosas.

Todo iba bien, a excepción de que había pillado a Seojoon mirándole el culo más de una vez, aunque Hoseok se seguía diciendo que eso era imposible. Porque lo era, ¿no?

— Y aquí irían los globos, que quiero esos que son grandes y transparentes y luego dentro llevan otros negros más pequeñitos, ¡son tan monos!— decía Woohee moviendo los brazos energéticamente de la emoción.— ¿Me has oído, Hoseok?

Hoseok asintió con la cabeza.

Estaban sentados en el salón de la casa de estos dos,
una casa grande y espaciosa y con todo tipo de lujos.

La chimenea, que estaba encendida al lado de los sofás, proporcionaba mucho calor, algo que ahora mismo no le venía bien a el castaño, pues no podía parar notar la mirada del hombre clavada en su cuello, apoyado en uno de los estantes de la gran fogata mientras bebía una cerveza, y eso le estaba poniendo muy nervioso.

— S-sí cielo, te escucho.— sonrió falsamente alzando disimuladamente su mirada para poder ver que el otro le miraba fijamente.

"¿Esto es lo que sienten las gacelas antes de ser devoradas?"

— Genial, pues entonces solo faltan los preparativos de la música y de la entrada, supongo que por hoy hemos acabado.— dijo la chica con una risita inocente.— Seojoon, págale, tengo que irme, las chicas me esperan, tenemos que ir a elegir los vestidos para las damas de honor y la boutique cierra a las diez.— dijo emocionada.

Seojoon asintió y recibió un beso de la chica, mirando a Hoseok, quien estaba bastante incómodo.

Woohee se despidió y salió por la puerta, dando saltitos de emoción.

— ¿Quieres una cerveza?— soltó Seojoon, abriendo la boca por primera vez desde que había venido esa misma tarde.

— Ah... No... Preferiría que me pagases, mejor será que me vaya.— pronunció bajito Hoseok.

— Insisto.

Hoseok tragó saliva y asintió, aunque él habría preferido un margarita con azúcar rosa, pero bueno, no quería enfadarlo más de lo que ya estaba.

Cuando Seojoon llegó de la cocina y le extendió la cerveza, Hoseok se dignó a dejar las cosas claras.
— Em, gracias por la cerveza pero casi que mejor voy a rechazarla.— Seojoon lo miró mientras abría su lata.— Por si no lo has notado, soy gay, Seojoon, por lo que no tienes que preocuparte, créeme, Woohee no me interesa.

Seojoon paró de beber, lo miró y se río.
— ¿Cómo has dicho?— Hoseok lo miró con desagrado. Para lo guapo que era, no tenía nada de educado.
— He dicho que soy gay, y si te molesta, lo hablas con Woohee, quien, repito, no me interesa nada, así que por favor, deja de mirarme como si me quisieras arrancar la cabeza.

Dicho esto, Hoseok se dio la vuelta y se dirigió a la puerta, dejando la lata de cerveza sin ni siquiera abrirla, encima de la mesita de café.

— Espera Hoseok.— este dejó de moverse, aún sin darse la vuelta, esperando una disculpa.— Me has malinterpretado... — dijo mientras andaba, acercándose a él, haciendo que Hoseok temblara.

¿Iba a pegarle?¿Iba a despedirle? Cuando ya estaba tan cerca de él que podía ver su sombra sobrepasando la suya, tragó saliva.
— No quiero problemas eh...
— No quiero arrancarte la cabeza, lo que quiero arrancarte,— en ese momento, Hoseok sintió la brisa de aire fría más sorprendente de su vida a causa de que ahora mismo...— son los pantalones.— tenía el culo al aire.

Cold Hands Vol. llWhere stories live. Discover now