Se acercó un poco nada más cuando la pelinegra dejó sus cosas y sacó su libro en silencio. Kara entonces se alivió por completo y sonrió cuando vio un leve sonrojo por sus mejillas y la pelinegra sintió su mirada que se lo tapó con su mano, sabiendo lo que transmitía. Si antes a la rubia le parecía adorable, ahora no sabía cómo definirlo al verla así.

—Hola... —susurró Kara demandando atención y soltó una pequeña risa cuando Lena saltó un lado, asustada ante su inesperado saludo—. Creía que era guapa —bromeó mirando con la pelinegra ponía la mano en su pecho.

—¡Lo eres! —chilló sin poder contenerse, haciendo que la rubia riera más fuerte y la pelinegra sostuvo la mirada hacia su libro, avergonzada y con el cuerpo agarrotado—. Es que... Yo... Hum... No me lo esperaba —explicó entre balbuceos mientras intentaba leer, sintiéndose tan idiota y la risa de Kara se apagó, aunque sosteniendo una sonrisa tierna al verla así.

—Ah, ¿no? —musitó deslizando su mano hacia su cabello, apartando los mechones y Lena la miró de soslayo—. ¿Estás tensa?

—¿¡Qué!? —esta vez gritó apartándose a un lado, casi cayendo de la silla y la rubia abrió los ojos de par en par, viendo como su brazo permanecía en el aire de lo rápido que se apartó la pelinegra—. ¿¡Estás loca!? —susurró esta vez acercándose a ella y Kara la miró perpleja—. Estamos en un instituto —explicó brevemente mirando de un lado a otro y entonces la rubia entendió lo que quería decir.

—Cariño —tranquilizó bajando la mano para ponerla encima de la mesa, indicando a que ella también lo hiciera—. Para empezar, de ahora en adelante te haré el amor sin tener que recurrir a esa ridícula pregunta —calmó haciendo que la pelinegra respirara hondo, asintiendo con la mirada entre que apretaba su mano—. Y, segundo, no sería la primera vez, ¿no? —bromeó alzando las cejas intermitentemente, recordando la noche de Halloween, y Lena le golpeó suavemente la mano, sintiéndose nuevamente avergonzada de su comportamiento—. Ahora en serio, ¿por qué te noto tan... nerviosa? ¿Hay algo que...?

—Es que esto es nuevo para mí, Kara y no sé cómo tratarte —suspiró con sinceridad cogiendo su mano con fuerza como si temiese a que le soltara—. Anoche, cuando llegué a casa, fue lo último que se me olvidó decirte —la miró y prosiguió rápidamente cuando vio su rostro confuso—. Es decir... Sí, quiero estar contigo. No tengo dudas de eso —repitió como le dijo ayer muchas veces—. Solo que ha pasado muchísimo tiempo desde mi última relación y...

—Pero nosotras...

—Sí, lo sé, sé que hemos tenido nuestras cosas —asintió con la cabeza sabiendo lo que quería decir—. Me dirás que nos manejamos genial en la cama, que nos hemos besado una y otra vez desde que nos conocimos, que ayer incluso hubo mimos, pero ahora eres oficialmente mi novia, ¿sabes? Llámame estúpida o lo que quieras, pero soy un poco... tímida y vergonzosa. Digamos que soy nueva en el amor, ¿entiendes?

—Pues yo estoy aquí para enseñarte, Lena —apartó su mano para ponérselo en su mejilla, acariciándola con cariño al ver su rostro de cachorro y la pelinegra sonrió—. No me hagas adivinar lo que está pasando o no. La comunicación es fundamental. Solo tienes que decírmelo y yo te escucharé y de ahí ponemos solución como ahora, ¿vale? Por ejemplo; cuando te diga "hola" solo me tienes que responder con el mismo saludo en vez de asustarte —soltó una leve risa y Lena asintió con la cabeza.

—Tienes razón... —acarició su mano que tenía ahuecada en su mejilla.

—Vaya, quien iba a pensar que algún día me darías la razón sin rechistar.

—Oye... —le golpeó la mano juguetonamente, aunque la cogió para apartarla y entrelazarla con la suya y Kara soltó una leve risa—. No te burles de mí.

Se nos da bien odiarnos | Supercorp (Kara G¡P)Where stories live. Discover now