Capítulo 11 👑

Start from the beginning
                                    

Maldita mariposa testaruda. La odiaba por hacernos esto e irse sin detenerse un segundo a pensar en mis sentimientos. Si tan solo habláramos con claridad las cosas desde un principio. ¿Por qué permitió que alguien más influyera en nuestra relación? En Londres estaba convencido de que seríamos felices juntos. Dijo que me amaba y sabía con convicción que no mentía.

Ella seguía siendo mía.

—Quiero que esto quede entre nosotros, ¿de acuerdo? —solicité—. Puedo hacerme una idea exacta de dónde puede estar.

Fabrizio asintió.

—Siempre seré leal a usted, señor.

—Bien—Tomé una respiración profunda y me pasé la mano por el pelo—. ¿Cómo está nuestro invitado?

Era momento de centrar mis pensamientos y recordar qué había otros problemas qué resolver. Detecté más fraude en mi cuenta bancaria, pero la suma era una cantidad absurda. Fernando me estaba robando descaradamente y no podía seguir permitiéndolo. Me llevaría a la ruina.

—Aterrorizado. Pidió verlo más de diez veces y amenazó con matarme.

Podía seguir gritando todas las veces que quisiera. No saldría vivo de aquí. Había tolerado suficiente y ya no perdonaría otro robo. Fernando recordaría quién mandaba en Palermo. Al diablo con sus influencias. Tenía pruebas en mi poder que destruiría su carrera política. Él debería estar asustado. Yo no.

"Tu suegro te dará una patada en las pelotas cuando ya no le seas útil"

No me gustaba aceptar que Boticelli tenía razón. Fernando Rossi pronto se pondría en mi contra y necesitaba matarlo antes de que las cosas se salieran de control.

—Lleva a Laika al sótano —ordené—. Tengo un trabajo para ella.

Fabrizio me dio una sonrisa entretenida.

—Su mascota tendrá una indigestión.

—Laika es una perra lista —aseguré—. Ella le dará un pequeño susto.

Fabrizio no replicó. La última vez que Laika atacó a uno de los traidores le arrancó varios dedos de las manos. Se mantenía fiel a mí, mi más leal servidora. La única que nunca me daría la espalda.

👑

Después de darme un baño y cambiarme a uno de mis trajes, me dirigí a la mazmorra. El banquero estaba amarrado a una silla, su nariz rota y camisa manchada de sangre. Laika gruñó furiosamente, ladró y se estiró para llegar a él. Fabrizio sostuvo su correa. Mi víctima se encogió observándome con ojos suplicantes. Me encantaba ver lo que el miedo era capaz de hacerle a las personas y el poder que me otorgaba. Muchos hombres perdieron el honor por culpa del miedo. ¿Qué tan patético era morir de rodillas?

—Sé que me estás robando, Dante. Casi diez millones de euros.

Dante gimió y alejó sus pies de Laika. Ella mordería cuando escuchara una petición de mi parte. Se veía más aterradora que nunca con el collar puntiagudo y saliva en la boca. Estaría muy asustado si no la conociera.

—No sé de qué hablas.

Estúpido.

—Laika —dije y acomodé mi corbata.

La perra reaccionó inmediatamente y clavó todos sus dientes en la pierna del traidor. Me mantuve indiferente mientras lo oí gritar y tratar de defenderse. No podría con ella. En cuestión de segundos sus huesos serían triturados si no la frenaba.

—¿Estás seguro de que no sabes nada?—pregunté de nuevo en voz baja—. La próxima vez será tu brazo o tu rostro.

Dante negó y Laika aplastó los dientes en su pierna derecha. Lo sacudió de un lado a otro mientras gruñía rabiosa. Desde que fue madre era más violenta y sobreprotectora. No solo con sus crías, también conmigo. Nadie me levantaba la voz en su presencia.

El Rey Oscuro [En Librerías]Where stories live. Discover now