Capítulo 10 👑

54.1K 6.1K 4.7K
                                    

Luca

Esa misma noche decidimos partir a Italia. No había nada más que nos retuviera aquí, el negocio con Boticelli quedó arruinado y estaba aliviado. No me vería obligado a tratar con otra basura. En cuanto a su hija, tampoco me interesaba. Esperaba que le fuera bien en la vida y no pretendiera retomar los planes que tenía su padre respecto a mis territorios.

Miré las nubes que enseñaba la ventana ovalada del Jet, Isadora dormía en la pequeña habitación mientras Fabrizio limpiaba su arma. Ya no quería perder más tiempo sin mi hijo. Cada segundo sin Thiago deprimía mi corazón.

A veces solo quería tomarlo en mis brazos y alejarlo de todo lo que implicaba mi mundo. ¿Qué se sentiría empezar de nuevo en un lugar dónde nadie nos conociera? Negué con la cabeza y le eché un vistazo a las noticias en mi celular. ¿Cuándo aprendería a no soñar como un estúpido? Al parecer nunca olvidaría esas patéticas costumbres.

Moví mis dedos sobre la pantalla para leer los títulos en internet que mostraban las noticias horas después del evento. Había muchas notas sobre lo sucedido, pero ninguna mencionaba el tiroteo. No querían involucrar a Boticelli con escándalos.

«Evento de caridad exitoso».

«Casi un millón dólares en solo cuatro horas».

«Irina Boticelli prometió dar declaraciones mañana».

Hice clic en un link que me condujo a una galería llena de fotos. Observé a varias celebridades que asistieron al evento. No conocía a la mayoría y tampoco me interesaba. Empresarios, políticos, actrices, modelos.

Clic. Clic.

Justo ahí, maldita sea.

Presioné zoom para ver más de cerca a la mujer rubia que tenía sus ojos sobre mí. Estaba acompañada de un hombre pelirrojo, pero era su cuerpo lo que no me permitió respirar. Esas curvas eran inigualables. Exploré con más detenimiento hasta que encontré una foto que enseñaba su rostro.

La respiración empezó a fallarme, mi visión se nubló y pude sentir a mi corazón agitarse por la impresión. Yo jodidamente sabía que no estaba loco, mucho menos fue producto de mi imaginación.

Alayna.

La mujer era Alayna.

—Te encontré, mariposa —susurré, mordiendo mis nudillos.

Labios gruesos, ojos azules, el ceño fruncido que solía hacer cuando estaba molesta o incómoda. Su peluca rubia no me engañaba en absoluto. ¿Realmente creyó que pasaría desapercibida por mí? Era el único hombre que la conocía mejor que nadie. Odiaba que siguiera subestimándome, aunque tal vez no sabía que yo estaría ahí. Asistió porque Boticelli era su objetivo, lo mató.

La impresión que sentía era demasiado profunda. Me convencí a mí mismo de que la odiaba con cada parte de mí, pero ahora dudaba de mis propios sentimientos. Ella estaba metida en lo profundo de mi alma como un virus defectuoso.

—¿Estás bien? —preguntó Isadora, parándose frente a mí—. Deberías tomar un descanso, Luca. No has dormido en horas.

Sus ojos me observaron con dudas y curiosidad. Mi actitud cambió drásticamente desde que vi a Alayna y no podía disimular. Isadora no era ninguna estúpida, ella había notado mi repentino cambio de humor y trataba de entenderme.

—Estoy respondiendo algunos correos —mentí—. Solo unos minutos más.

Liberó un suspiro cansado y se sentó a mi lado. Rogaba que no percibiera la forma que mi pulso temblaba o lo mucho que deseaba apartarme de ella. Necesitaba mi espacio para digerir este impacto, el volcán que estaba quemándome.

El Rey Oscuro [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora