16 | Dejar de ser cobarde

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—Como a las ocho.

—De acuerdo, pero ve con cuidado. Te estaré llamando, ¿okey?

—Si, mamá. — le di un beso en la frente y salí.

Zoé

No era tonta, sabía perfectamente que lo único que Noah deseaba, era sacarme la verdad sobre la muerte de su abuelo, pero ahora que entendía un poco más sobre su muerte, me cuestionaba si él debería saberlo o no, no creo que sepa que existen los hijos de Drakon, ni mucho menos los ángeles, ¿o sí? Su abuelo era el sargento de los guardianes de Stairway.

En ese momento mi cabeza hizo clic. Precisamente por ello no dejaba que su familia lo visitara, sabía que los demonios lo acechaban. Trataba de protegerlos, aunque, a partir de ello surgían dos teorías: El señor Vaughn pudo contarles la verdad sobre la existencia de los hijos de Drakon para que se mantuvieran al margen y no arriesgaran sus vidas, o los alejó de todas esas historias y en realidad ellos no saben nada.

Sentí que estaba a punto de darme una jaqueca por la confusión, mientras que las náuseas revoloteaban como avispas asesinas en mi estómago, aunque esto último, seguramente se debía a los nervios que sentía. Podía tener una mente hábil para resolver problemas matemáticos, pero no para entablar una conversación...¿Y si mejor no iba? «No, no, Zoé, tienes que dejar de ser una cobarde» me dije a mí misma. Además, era mejor salir que quedarse en este horrible lugar llamado "casa".

Marcos no se había alcoholizado durante estos últimos días, no obstante, deseaba con todas mis fuerzas no encontrar un lío cuando regrese a casa, es demasiado agotador. Más que nada, temía por el bienestar de mi madre durante mi ausencia, pues ya no me sentía asustada como antes, ahora sabía que podía defenderme, al igual que a mi madre, y hacerle frente, además de que, tal vez ello me permitiría estar un paso más cerca de descubrir su verdadera identidad.

Noah

Durante el viaje en el auto ambos permanecimos callados. Zoé era muy seria, por mí parte, temía preguntar algo que la molestara o hiciera sentir incómoda, así que opté por mantenerme al margen. Tal vez un poco después logremos romper el hielo.

Llegamos a mi establecimiento preferido en la pequeña ciudad de Mörkt. Un restaurante bar bastante elegante y sorprendentemente barato. Aquí acudían jóvenes y gente mayor, pues lo que lo hacía único, además de sus ricos platillos, era que ofrecían música en vivo.

Cuando entramos, la dulce voz de una chica se sobreponía sobre los murmullos de la gente. Estaba interpretando house of gold con ayuda de su ukulele.

Dirigí a Zoé a una mesa que se encontraba al costado del escenario. Pues, me encantaba ver a los participantes de cerca. Estuve a punto de preguntarle si le gustaba el lugar, sin embargo, ella ya se encontraba observando con mucha curiosidad todo el establecimiento como si de un niño pequeño se tratase, y las luces que adornaban la pared, anunciando la llegada de la navidad, chocaban con el brillo de sus ojos. Sonreí ante el hecho que me pareció demasiado tierno.

Una vez que la chica terminó de cantar, un hombre castaño y delgado se dirigió hasta ella.

—Por favor, quédate una hora más, te pagaré el doble. Zac me ha cancelado. Te lo suplico. —le oí decir de forma deseperada.

—Lo siento, Mike, pero si no me voy ahora perderé mi vuelo.

—Demonios. — maldijo con frustración —¿Y ahora dónde conseguiré un buen músico? No puedo fallarle a mis clientes.

—Podría llamar a Nadia para que toque. — sugirió la chica — pero tardará alrededor de media hora en llegar.

—Media maldita hora. — gruñó —Lo siento, Alex, no es tu culpa, es solo que hoy tenemos una reservación muy importante para el gobernador y eso me tiene con los nervios de punta. — explicó —Anda, puedes irte. Cuídate mucho.

Mirada de Dragón ©Where stories live. Discover now