Los reencuentros no siempre son lo que esperábamos. Especialmente los reencuentros más anhelados.
Ariadnne y Stèphane se encuentran luego de siete largos años. Una sombra de su historia aún permanece en sus memorias, y las palabras del amor que una...
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La vida está compuesta de momentos.
Te sorprendería saber que, especialmente, está compuesta de momentos extremadamente sencillos. Casi insignificantes. Son momentos que, cuando suceden, los pasamos por alto. Ni siquiera los notamos. Suceden y luego simplemente se desvanecen. Oh, pero luego, con el pasar de los años, se vuelven eternos. Y, eventualmente, cobran un significado tan valioso, que puede llegar a definir el resto de tu existencia.
Aprendes eso con el transcurrir del tiempo, cuando los golpes y las heridas del pasado son tan pesados, que tú única forma de liberarte de ellos es a través de la aceptación. De lo cotidiano. De aprender que se vive ahora, y no en el pasado. De aprender a reconocer esos momentos y disfrutar de ellos; mientras aún los estás viviendo.
Aprendes que la vida es una eterna lucha entre tiempos: entre el tú del pasado, el tú del ahora, y el tú del futuro.
Aprendes también que, aunque esa lucha se lleve a cabo, es muy probable que no sirva para nada. Que sea completamente en vano. Ya que el tiempo es y seguirá siendo una ilusión.
Los segundos, minutos y horas que vives no son importantes, sino lo que haces con ellos.
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