Prólogo

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Lloro en el hombro de Christina, aun atormentada por las imágenes de las que he sido testigo. Jamás me he sentido peor, nunca he tenido tantas ganas de desaparecer, de esfumarme de este maldito mundo. Me duele el pecho porque los pedazos de mi corazón roto se me clavan en él. No sé por qué ha ocurrido esto, por qué tengo que sentir este dolor que hace que me falte el aire y la luz de mi alegría se apague al instante. Yo sólo quería ser feliz, sólo quería recibir un poco de lo que yo estaba dispuesta a dar, sólo quería poder enamorarme sin sentir dolor, pero pedí demasiado…

     Mary también se ha echado a llorar y me ruega una y otra vez que la perdone, que todo esto es culpa suya. Pero no lo es, es mía y sólo mía. Ser una ingenua duele, duele demasiado como para soportarlo. ¿Qué pensaba? ¿Acaso creía que íbamos a ser felices y comer perdices? ¿Qué era mi príncipe azul? Pues el príncipe azul se convirtió en sapo y se fue con una rana. Yo soy la tonta que le dio un beso y lo convirtió en príncipe, pero, al besarlo una rana, volvió a ser el sapo que croaba en una charca.

     Comienzo a respirar de forma jadeante, notando el ardor de mis pulmones. Me estoy ahogando y a él seguro que le da igual. Yo seguramente he sido sólo un juego que se ha alargado demasiado. ¿Hasta qué punto puede llegar la crueldad de una persona? ¿Hasta el punto de humillarla y partirle el corazón en tantos trozos que no sea capaz de volver a recomponerlos? ¿Hasta ese punto? Jamás vi a Sawyer como una persona fría, ruin y rastrera. Ahora lo veo y… veo al chico del que estoy locamente enamorada. Y por eso soy la chica más estúpida del mundo, por estar enamorada de Sawyer Lewis.

     —Megan, lo siento —solloza Mary—. Te juro que no tenía ni idea de nada de esto.

     Cojo un cojín de la cama de Chris y comienzo a golpearlo, descargando mi ira contra él. Pienso que es la cara de Sawyer y lo golpeo con más fuerza, pero a él no puedo odiarle, así que cojo el cojín y lo abrazo con fuerza. Como yo solía abrazarle a él, como él solía abrazarme a mí. Pero sus abrazos no eran por el mismo motivo que los míos. Mis abrazos estaban llenos de amor y ahora sé que también ingenuidad mientras que los suyos eran puro engaño y teatralidad.

     Mi móvil suena y veo que la cara de Sawyer aparece en la pantalla. Me dejo caer en el colchón y lloro con más fuerza que nunca cuando me doy cuenta que esa foto se la hice yo. Estábamos tan felices aquel día… No, sólo yo estaba feliz, él simplemente fingía estarlo para conllevar a cabo la engañifa que me ha destruido.

     Christina apaga mi móvil y me lo quita para que no cometa ninguna estupidez. ¿Cuántas estupideces más puedo llegar a cometer? ¡¿Cómo ha podido llevar esto tan lejos?! ¡Lo odio, lo odio por hacerme esto! Pero lo amo más, lo necesito a mi lado consolándome y acariciándome el pelo. Quiero que vuelva a susurrarme cosas al oído, quiero volver a oír sus tacos y las burradas que siempre salen de su boca. Quiero que me diga que me quiere y que nunca deje de hacerlo. ¡¡Me decía que me quería y todo era mentira!! Ojalá nunca le hubiera conocido.

     El móvil de Mary comienza a sonar y, a juzgar por su mirada, sé quién es. Christina la mira y niega con la cabeza, indicándole a su hermana que no descuelgue. Mary hace caso omiso a su hermana y apaga el teléfono antes de venir corriendo a abrazarme. No puedo culparla por lo que ha pasado ni si quiera puedo culpar a Sawyer, sólo puedo culparme a mí misma por creerme tal estupidez. ¿Qué me esperaba de un chico frío, chulo, bipolar y mujeriego que no se compromete con nada ni con nadie y que todo le da igual? Sí, a él todo le da igual, sobre todo mis sentimientos. Y aquí estoy yo, llorando en la casa de mis amigas, buscando consuelo por algo que no lo tiene. ¿Por qué le querré tanto?

¿Se Puede Perdonar Todo? © [UME #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora