Natalia veía rabia, dolor y pena en la mirada de la rubia. Siguió callada, no tenía palabras.

- Dejé de interesarle porque solo le interesabas tú. Y yo lo sabía, pero no pude dejarla. ¿Sabes por qué? Porque la quería demasiado. Y sabía que no iba a ser fácil de olvidar. Y tenía razón, no lo es. Alba se te mete dentro y arrancársela de ahí es imposible, ¿sabes? Imposible – le tembló la voz.

- Miriam… - trató de frenar su discurso, que irremediablemente se le clavaba.

- Me vuelvo loca cada día pensando en lo fácil que la perdí. Y tú, sin hacer nada, sin luchar por ella ni la mitad de lo que luché yo, la tienes comiendo de tu mano. Por ahora, porque…

- Miriam, basta – la paró, alzando la voz, haciendo que dejara de hablar al instante.

No podía dejar que siguiera desahogándose con ella porque la iba a dejar hecha un trapo. Natalia se consideraba empática, pero todo tenía un límite. Y no podía escuchar nada más

Mimi inspiró y expiró, tratando de calmarse, de serenar ese ataque de rabia que no había podido controlar.

No había vuelto a hablar con Alba desde que se fue de casa y, ciertamente, no tenía para nada superada la ruptura. Y le había dolido aún más el hecho de saber que Natalia ni siquiera le ponía cara.

Como si ella no hubiera existido en la vida de la fotógrafa.

Se hizo el silencio, que duró varios minutos hasta que la rubia, secándose las lágrimas que cubrían sus mejillas, se atrevió a romperlo tras un suspiro.

- Perdón. Perdona, Natalia, yo no soy así. De verdad, lo siento muchísimo. ¡Qué vergüenza! – se llevó las manos a la cara, como si pudiera así desaparecer.

La morena seguía sin saber qué decir, totalmente bloqueada.

- No sé que me ha pasado, no es tu culpa. Lo siento. No quería decir todo eso y menos en tu contra. Tú no tienes nada que ver en esto. Yo no estoy bien y lo he pagado contigo… Lo siento, de verdad. Soy ridícula.

Afortunadamente, uno de los técnicos interrumpió el tenso momento para llevarse a Natalia a realizar las fotos individuales.

No fue la mejor sesión de la morena, que todavía estaba desubicada, sin dejar de darle vueltas a la situación que acababa de vivir. Sin dejar de visualizar a esa chica destrozada en su cabeza.

Y fue a peor cuando llegó el momento de la sesión grupal. Ambas agradecieron enormemente la presencia del tal Carlos, que destensaba un poco el ambiente y rebajaba los niveles de incomodidad. Respiraron aliviadas cuando finalizó la sesión y Natalia quiso darse prisa en cambiarse para huir cuanto antes, sin volver a coincidir.

Mimi pensó lo mismo.

Tan metida en sus pensamientos estaba la morena, que ni se había acordado de avisar de la situación a Alba, quien la esperaba en la recepción. Se arrepintió de no haberlo hecho en cuanto la vio acercarse a ella sonriente.

Natalia rehuyó al abrazo que la fotógrafa se disponía a darle, ya que se dio cuenta de que su ex se encontraba justo al lado, apenas un metro por detrás.

- Nat, ¿qué pasa?

Alba se extrañó de la actitud tan inusualmente fría de la modelo.
Tardó unos segundos, llenos de ceño fruncido y desconcierto, en darse cuenta de lo que ocurría.

- Mimi – susurró, no lo suficiente bajo como para que la aludida no lo escuchara, con lo cerca que estaba.

- Alba – las dos se miraron, sin decir nada más.

Qué incómodo, pensaron las tres.

El primer impulso de la fotógrafa fue preguntarle a su ex cómo estaba, pero desistió al leer sus ojos.

Triste y dolida por mi culpa, no hace falta que pregunte.

Tanto Natalia como Alba notaban que Mimi quería hablar, que iba a decir algo en cualquier momento. No sabían si estaban preparadas para escucharlo.

Pasaron unos largos minutos de tensión, de miradas sostenidas y apartadas, intermitentes.

Mimi analizaba la cercanía de los cuerpos de las otras dos que, aunque ni se tocaban, se notaba. Se notaba la intimidad que las rodeaba, el aura entre ellas era indisimulable. Y le escocía demasiado.

Abrió la boca para desahogarse, pero no le salió ni una palabra, Alba y Natalia contenían inconscientemente la respiración.

Finalmente, la rubia optó por no alargar ese mal trago más tiempo y se dirigió hacia la salida a paso ligero para huir de esa conexión que irradiaban.

Por su bien.

desnudArte | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora