WANTED [13]

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Scott permaneció de rodillas a orillas de la cama, trasero sobre sus talones, dedos inquietos sujetando la cinturilla del pijama de Mick. El alto hombre lo sujetaba de la mejilla con una mano, su lengua seguía invadiendo su boca, doblegándolo con tanta facilidad que el rubio se sentía mareado de placer.

Cada vez que se estremecía por un beso de Mick, sus entrañas se estrujaban alrededor de la silicona que ocultaba dentro de su trasero. Friccionaba justo sobre su próstata, arrancándole necesitados gemidos que volvían a Mick más insistente, más intenso.

—Dulce chico —susurró Mick con placer antes de morderle el labio inferior con una pecaminosa sonrisa al fijarse que su chico mantenía sus ojos cerrados, pero seguía inclinándose cada vez más hacía él—. ¿Quieres gastar ese cupón ahora?

—Sí...

Había desespero en esa sensata respuesta, expectación y mucha necesidad. Cuando un par de ojos miel lo observaron, Mick perdió otro gramo de cordura. Pupilas dilatadas y lujuria manando a montones. Mejillas sonrojadas en un bello rostro anguloso combinaban tan bien con esos labios hinchados y algo enrojecidos, tan brillantes por su propia saliva.

Scott era su jodido talón de Aquiles, y si algo le pasaba a este chico mataría a la mitad de la población en venganza. Mick estaba bien con sus psicóticos pensamientos manejando la situación.

—Fuera ropa interior, vamos.

Mick dio un paso atrás, quitándole todo contacto de calor al joven despistado. Scott miró su bóxer y luego hacia Mick, esperando que le confirmase su atrevida petición. El alto hombre mantuvo sus manos sobre sus caderas, cabeceó una vez con seguridad sin decir más. No apresuró a Scott, solo lo dejó tomar una bocanada de valor antes que él mismo se quitase la única prenda que lo separaba de la completa desnudez.

Se movió con cierta torpeza y vergüenza que enrojecieron su rostro y cuello. No había una pizca del descaro que Mick estaba acostumbrado a ver en sus amantes. Y sin embargo el detective estaba más que enamorado del introvertido rubio. Le sonrió complacido mientras acortaba la distancia entre ellos.

Sujetó la nuca de Scott con una mano, el chico jadeó ansioso al recibir otro beso que volvía gelatina su corazón. Una caliente lengua saqueó su boca, dientes mordieron sus labios, tragó gruñidos de pasión mientras fuertes manos lo mantenían en su lugar. Sintió caliente en su estómago, un rayo de deseo bajó por su columna hasta hacerlo gemir, ansioso por más.

—Agh... Jodido principito —la voz de Mick era baja y aterciopelada, la voz de un cazador atrayendo a su presa—. Sobre tu espalda, chico. Anda.

Mick lo empujó con suavidad, obligándolo a recostarse contra la cabecera sobre varias almohadas que el mismo detective había acomodado para el chico. Alborotados mechones rubios contra claras fundas blancas. Dedos largos sobre su plano abdomen, piernas separadas como diamante, el lindo y sonrosado pene de su chico erguido contra su muslo, y solo la tentadora silicona negra avistándose entre sus nalgas.

—Jodido chico perfecto —sonrió Mick, sacudiendo su cabeza mientras se deshacía de su pantalón de pijama—, justo ahora acabas de responder todas mis preguntas.

—¿Qué preguntas?

Scott frunció el ceño, mirando a Mick con confusión mientras el alto hombre trepaba a la cama. Se escabulló entre sus piernas separadas, sus manos rodearon sus muslos, lo haló unos centímetros más abajo, acomodándolo a su antojo. Scott solo jadeó ansioso. Mick sujetó sus manos y lo obligó a alzarlas sobre su cabeza. El cuerpo duro y musculoso del detective lo envolvió en su calor, en su aroma de gel de baño y Mick.

—Si tuvieses un uno por ciento de extrovertido y seductor, nadie en este puto mundo podría resistirlo. Gracias al cielo no es así, porque tú solo eres mío, ¿cierto, Scott?

EL BUENO, EL MALO Y EL PROMISCUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora