I: Una persona nueva

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Se creía que cada estrella en el cielo representaba el alma de una persona muerta. Las estrellas fugaces representaban a un recién nacido, el astro caía a la tierra en el lugar específico en donde el niño nacería, y que, mientras la estrella iba cayendo era el momento perfecto para pedir un deseo y sin duda alguna se cumpliría con seguridad.

A pesar de que son creencias del pasado, aún hay gente estúpida que pide deseos al ver una sin saber que en realidad son pequeñas partículas que al entrar con velocidad a la atmósfera de la tierra, se queman y produce el trazo luminoso que surca rápidamente el cielo y que solemos llamar estrella fugaz.

Pero en fin, aquí me encuentro, sentado en la azotea de la casa de los padres de Thom, junto a Kate y algunos integrantes del equipo de fútbol así como el de porristas. Todos reunidos para apreciar lo que se tenga que apreciar en el cielo despejado.

—Iré a fumarme un cigarrillo —informo intentando levantándome de las mantas sobre el piso.

—Espera un rato más —insiste Kate, aferrándose a mi brazo, batiendo sus pestañas postizas.

Ah, cierto. Kate es mi novia o algo parecido.

A inicios del año escolar se mudó a California por el trabajo de sus padres. La primera vez que cruzamos palabra fue unos meses después de su llegada cuando me acerqué a ella y la guie hasta su salón de clase.

Una chica de piel bronceada, con curvas en su cuerpo, cabello de un rubio teñido y ojos color cafés. Es muy atractiva, no mentiré, pero incluso todo eso puede desvanecerse por cargar una actitud de mierda.

En cierto punto me sentía agradable con su presencia a mi alrededor y cada vez que sentía el impulso de confesarlo, lo hacía. Sin embargo, existía ese algo que no me convencía por completo.

Conforme se acopló al colegio fue haciendo amistades e incluso logró convertirse en la capitana del equipo de porristas y la atención recayó en ella.

Tiempo más tarde, escuchar por los pasillos los rumores sobre cierta relación amorosa entre ambos alimentó su ego. Presuntuosa, grosera e irritante. Tres palabras que definen a la Kate en que se convirtió luego de quitarse la máscara de chica risueña, dando pase al demonio en persona.

La capitana del equipo de porristas y el capitán del equipo de fútbol.

Ella no fue estúpida, siempre supo que algo en ella me atraía, por eso no desperdició un segundo más y actuó audazmente.

Nos encontrábamos en los últimos minutos del partido. La adrenalina que corría en mi era exquisita, sostenía el balón aumentando la velocidad en mis pasos, mientras la sonrisa en mi rostro se ensanchaba cada vez que me encontraba más cerca de la zona de anotación. En un abrir y cerrar de ojos había anotado el punto ganador.

El equipo llegó a mi con gritos eufóricos, a penas logré quitarme el casco cuando ellos se las ingeniaron para alzarme. Thomas era el único que faltaba en la multitud, hasta que mis ojos se toparon con él, quien sostenía una manta doblada y un ramo de rosas.

—Este es el momento, Ash —me animó.

Tomé el ramo con extrañeza mientras observaba a dos jugadores del equipo extender la manta. Frente a frente, leí en voz alta aquella frase que nunca quise preguntar: "¿Quieres ser mi novia, Kate?"

—¿Qué carajos? —fue lo único que pude argumentar antes de que la rubia teñida se abalanzara a mi.

Me sentía orgulloso por haber ganado un partido, no por los acontecimientos sorpresas. En todo caso, no tuve el valor suficiente para decirle que yo de ningún modo monté ese escenario, aunque ella ya lo sabía. Thomas era mi más fiel amigo hasta que realizó aquella estupidez y nuestra amistad se columpió en la cuerda floja.

EfímeroWhere stories live. Discover now