D9 - En sus manos.

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Llevaba unos minutos repasando el tema de la clase del día siguiente en la mesa escritorio-tocador que había en el dormitorio. Raven le había dicho que iba a dejar algo para comer preparado para llevárselo a la Universidad y llevaba ya una hora en la cocina haciéndolo. Le quedaban pocos días de trabajo antes de las vacaciones de Navidad y justo ese día Dahlia trajo las notas a casa. ¿Podía estar más orgullosa de su hija? La respuesta era que no.

Dos días y las próximas dos semanas pasarían cada día en familia. Su familia.

Sonrió sin querer, porque siempre que pensaba en su mujer y sus pequeños se le llenaba el pecho de algo muy cálido que le hacía sentir muy bien, y las Navidades era su época favorita del año. Papá Noel estaba a unos días de llegar.

Nueve y cinco años, cómo pasaba el tiempo.

Raven tenía que estar a punto de entrar a la habitación, porque le gustaba ducharse rápido antes de cambiarse para ir a la cama, y a ella le encantaba olisquearla mientras se quedaba dormida. Era su rutina.

—¿Cómo vas?

Escuchó a la mujer más atractiva del mundo, que justo entraba por la puerta.

—Aún me queda un poco para terminar.

—Me duele todo —se quejó Raven, estirándose de espalda a la pared. Ella aprovechó para ver su abdomen, que se asomó ligeramente entre las prendas de ropa.

La observó mientras movía el cuello hacia los lados para relajarlo mientras se dirigía hacia el baño, quitándose la camiseta de camino y metiéndola en el cesto de la ropa sucia.

—¿Por qué no estiras un poco antes de ducharte?

—Quizás lo haga, sí.

No se volvió a colocar la camiseta, así que le costó apartar la mirada de su anatomía mientras la mujer colocaba la esterilla de yoga en el suelo. ¿Iba a estar así de buena todos los años de su vida?

—Menudo culo, mami —piropeó cuando se agachó para colocar los extremos bien.

Raven la miró de reojo con una sonrisa en los labios y negando con la cabeza. Después se tumbó y ella volvió a mirar los apuntes.

Ese tema en concreto lo dominaba bastante bien, pero le gustaba prepararse las clases. Intentó centrarse en la lectura, de verdad que sí, pero Raven hizo unos soniditos. Unos soniditos que le recordaban a otros soniditos muy agradables para su mente. No los hizo desde el principio, y las primeras veces los interpretó como simple alivio al estirarse y pensó que ella era una gran pervertida por los pensamientos que tenía mientras su pobre mujer intentaba relajarse tras un largo día de trabajo, pero uno más largo que los anteriores provocó que volviera a mirarla.

Se encontró con el culo de Raven cubierto por ese pantalón que tan bien se lo marcaba, parecía que se había colocado así a propósito para que lo contemplase. Se tuvo que morder el labio mientras recorría esa zona antes de pasar a ver cómo arqueaba la espalda en una nueva postura. ¿Que si le gustaba Raven de espaldas a ella y en esa postura en concreto? Joder, pues sí.

Maldita Reyes.

¿Estaba intentando provocarla o era su mente calenturienta?

Y quería a sus hijos con locura, pero su existencia les había quitado un poco de tiempo para el amor más pasional. Muchas veces era ella la que no aguantaba más minutos en el día y se quedaba dormida antes de que su cabeza tocara la almohada por la noche.

Al final pensó que era su mente, porque si Raven la estuviera provocando estaría viendo en esos momentos su mirada de reojo y su amago de sonrisa. ¿O era que la postura no le permitía comprobarlo? De todas formas, se permitió fantasear un poco, porque los pantalones deportivos que llevaba le quedaban de miedo a aquella anatomía.

I'm gonna getcha good!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora