Y entonces hizo lo único que ha hecho bien desde que nació: destruir. Destruyó los recuerdos de Craig y junto a eso los sentimientos que tenía hacia Tweek. Craig no sabe quién es Tweek, nunca volverá a saberlo. Y Tweek desearía no saber quien era Craig; de esa forma no lo atormentaría tanto el recuerdo del humano frente a él, valiente, sonrojado e inseguro, no le darían tantas ganas de llorar al recordar la determinación en aquellos ojos mientras confesaba sus sentimientos. Y aquél maldito olor a café que invadía el aire y le llenaban los ojos de lágrimas amargas.

Ójala pudiera destruirse, o por lo menos destruir esos sentimientos que lo atormentaban tanto. Si tan sólo no hubiese tenido miedo a enamorarse, quizá habría encontrado una solución que no ocasionara todo ese desastre. Pero no iba a agregar el miedo a su lista de reproches, después de todo era comprensible; él amaría a Craig toda su vida, una vida larga y tortuosa. No había conocido a un demonio que se haya enamorado una segunda vez. Era la tortura con la que ellos tenían que cargar: un único amor.

Lo malo del amor es que nadie puede decidir de quién se enamora. Y Craig era un humano, tenía una vida corta, su estadía en el universo era fugaz, momentánea, comparada con su propia vida era solamente un parpadeo. Tarde o temprano conocería a alguien, alguien que encajara con su mundo; otro humano. Y sería feliz. Tweek estaba bien con eso, después de todo lo que Craig había tenido que soportar lo mínimo que se merece es ser feliz.

Tweek sabía que Craig volvería a tener la oportunidad de amar y ser amado, eso de alguna forma lo hacía sentir mejor; pensar que Craig sería feliz le traía paz. Era un ser inteligente, capaz, valiente, honesto, responsable, leal; se merecía todo lo bueno que el universo era capaz de otorgar. Desearía poder asegurarle eso a Craig, daría hasta su vida si pudiera asegurar su bienestar. Escuchó la puerta sonando tres veces, alguien tocando. Tweek suspiró de forma entrecortada, había un nudo en su garganta. Tomó a su gata, abrazándose a ella. Sollozó. Sollozó con miedo, con estrés, en medio de un ataque de ansiedad. La puerta volvió a sonar, las lágrimas corrieron por sus mejillas, su gata se escapó de entre sus brazos, agobiada por el repentino abrazo de Tweek.

No le quedó más remedio que abrazarse a sí mismo, estaba intentando tranquilizarse, tenía que tranquilizarse, tenía que afrontar la situación que le estaba pasando, que él mismo se había buscado.

— ¿Tweek? Abre ya, se hace tarde.- dijeron detrás de la puerta.

Él sabía que vendrían por él, lo hacían siempre cuando había un juicio: iban por el acusado para evitar que este escapara o provocara una tragedia camino al juicio.

— Ya voy.- contestó con la voz gangosa. Se sorbió los mocos y cuando volvieron a escurrirse tuvo que limpiarse con el reverso del cuello de su camisa.

— Tienes tres minutos.- anunció el demonio detrás de la puerta.

Tweek asintió en respuesta, ni siquiera pensó que el otro demonio no podía verlo, sólo lo hizo por innercia. La gata maulló llamando su atención, Tweek sonrió en su dirección. Una sonrisa triste que pretendía ser despreocupada. Su labio inferior tembló ante la amenaza de un nuevo sollozo, sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez; ya no quería llorar, no quería que sus padres notaran lo asustado que estaba, no soportaría darles otra razón para sentirse avergonzados de él. Respiró profundo tratando de frotarse sus lágrimas, esforzándose por ocultar su pena y su aún creciente miedo. Volvió a respirar profundo y tranquilo, esta vez logró controlarse, se pasó los dedos por la mejillas para limpiar los rastros de lágrimas. Miró al techo rogando al universo desaparecer, desaparecer para siempre.

Pero las cosas no eran así de fáciles, el destino no le pondría las cosas en bandeja de plata, al contrario. Tweek sabía que debía esforzarse para poder conseguir las cosas buenas que el destino pueda llegar a ofrecerle, de todas formas no era algo necesariamente positivo. Cerró los ojos deseando que todo estuviera bien. Besó la frente de su gata.

Alma Brillante ~Creek~Where stories live. Discover now