▘33_El principio es el fin

Comenzar desde el principio
                                    

—Quieres que pensemos juntos sobre cómo alguien está acosándome, rondando mi apartamento y mandándome notas extrañas —dije entre dientes para que mi voz no temblara—. Alguien que sabe lo que he hecho para el Exposal, que sabe quién es Kikimora

—Alguien que parece feliz de que estés haciendo lo que haces.

Fruncí el ceño creyendo que su cordura estaba donde mi autocontrol, en el desierto de Sahara.

Mostró las tres notas que me ponían los vellos del cuello como púas.

—La primera solo dice que le gustan tus notas y no tenemos idea de cuándo es o cómo llegó a tu apartamento.

—Está claro cómo.

—Fui yo quien la encontró. Estaba tirada en el suelo de tu estudio y pegada a la pared. Puede haber caído de cualquier lugar y esa persona no tiene que haber entrado a tu apartamento.

Cerré los ojos con fuerza sin querer aferrarme a la diminuta esperanza.

»Incluso si lo hizo, fue desde mucho antes de que supiéramos algo de Dunning o la trata de personas.

—¿Quieres que me tranquilice pensando que estoy en peligro desde mucho antes de haberlo sabido? —ironicé.

—Quiero decir que, si alguien está dejándote notas desde ese momento, quiere decir que no está preocupado o preocupada de que descubras la verdad sino de que no lo hagas.

—¿Qué quieres decir?

—¡Aterriza, Sasha! —demandó—. Piensa y dime si alguien que se viera amenazado por todo esto y supiera quién eres estaría diciendo que le gustan tus notas, que Chicago arderá bajo tus manos o que le gustan tus avances.

Miré los pedazos de papel que seguía sosteniendo.

—¿Crees que es alguien que nos está ayudando?

—Creo que es alguien que quiere llevarnos a algún lugar, solo no sé a cuál.

Fruncí el ceño confundida. Michael relamió sus labios en gesto nervioso.

—¿Pasa algo?

Lo pensó por un momento.

—Cuando nos conocimos, el día de la entrevista —contó haciendo que volviera en el tiempo—. Ese día tenía órdenes claras de que aceptaras sin importar lo que tuviera que ofrecerte.

—Eso que...

—Quiere decir que, si hubieses pedido el doble, te lo habrían concedido —confesó dejándome con la boca abierta—. Alguien proporcionó información a la revista sobre el caso de la chica del río y no sé cómo, pero tu nombre apareció de un día a otro con especificaciones muy claras de los directivos. Tenías que escribir ese artículo.

—Eso fue hace meses. ¿Qué tiene que ver con esto?

—No creo que te escogieran por casualidad o solo por tu manera de escribir.

—Entonces, ¿por qué?

Michael pareció reacio a seguir la conversación así que le presioné con la mirada.

—¿Conoces a alguna de esas chicas?

—¿Qué?

—A las muertas.

—¡Claro que no!

—¿Has tenido algún roce con personas que tuvieran que ver con prostitución, trata, mafia?

—Nunca —aseguré sin encontrarle sentido.

—Y tu familia, ¿ellos podrían haber tenido alguna relación?

Kikimora © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora