That's life, go ahead and learn from it

Start from the beginning
                                        

- Esa será una buena idea, ya tienes un buen Gi para que entrenes de forma cómoda - le digo.

- ¿Entrenar?... ¿¡podemos entrenar juntos papá!?- exclama este emocionado. Me río, pero asiento.

- Sí, ya es tiempo yo creo - asiento.

Es así como una semana después de navidad, llevamos a Kakarotto a un claro entre las montañas, donde la nieve no llegaba. Aunque aquí donde vivíamos, en las montañas Paoz, muy pocas veces llegaba la nieve.

- Bien, aquí vendremos todos los días a partir de hoy. Harás sentadillas y abdominales para calentar y luego entrenaremos, te enseñaré a luchar - mi hijo asiente, pero luego frunce el ceño.

- Pero entonces, ¿cuándo aprenderé a usar mi Nyoi-bō? - niego.

- Primero hay que entrenar tu cuerpo, debes fortalecerte. Luego aprenderás a luchar con un arma - este hace un puchero.

- Yo te enseñaré a luchar con esa arma Goku, pero tu papá tiene razón, debes hacerte más fuerte primero - le comenta Gohan-san. El pequeño sigue haciendo una mueca, pero asiente.

Una vez todos de acuerdo, Gohan-san se retira un poco, pero queda atento.

-Bien, primero, cinco vueltas a este sector. ¡Vamos! - este comienza a correr.

Sus piernas, todavía muy regordetas por su cuerpo infantil de cinco años, se demoran en adquirir velocidad. A pesar de ello, el moreno se esfuerza y logra dar todas las vueltas.

Se limpia la cara, donde ya le comienza a bajar el sudor - a ver Goku, dame tus manos - se acerca otra vez Gohan-san.

Con curiosidad, observo como este le pone en las muñecas de mi hijo, unas muñequeras rojas - listo, así te limpias la frente - asiente el mayor.

Kakarotto se ríe - ¡mira papá!, ahora somos iguales - se acerca y pone su bracito al lado del mío.

- Jeje, son parecidas, aunque mis muñequeras son más largas - este asiente, analizándome.

- Umm, es verda, además que tú también tienes en las piernas - me señala. Asiento.

- No me sentiría yo, si no las llevara puestas. En fin, vamos, ahora abdominales - cuando las termina, hago que realice flexiones.

Mientras el pequeño ejercita, Gohan-san me avisa que volverá a la casa.

Al terminar, noto como mi hijo ya estaba cansado y le tiemblan ligeramente las rodillas - ahora, separa las piernas - se las aparto con mi propio pie - te sientas un poco, manteniendo tu equilibrio ... eso, así- le voy mostrando cómo - y levantas tus puños, cubriendo tu rostro - este así lo hace.

-Intenta esquivarme - intento ir lento, pero igual con potencia. Con una simple patada, logro derribar al moreno y este se estampa contra el suelo - ¡vamos!, ¡de nuevo! - este lucha por levantarse.

Vuelvo a cargar contra este, intenta levantar su antebrazo para cubrirse, pero igual me meto dentro de su poca defensa y lo golpeo en el hombro. Este se lo agarra adolorido.

- ¡De nuevo! - le grito.

Esta rutina la mantenemos durante dos semanas, dos semanas que iban llenando, lentamente, de moretones a Kakarotto.

Esta mañana, de nuevo en el claro, le grito que se ponga en posición, aunque esta vez, mi hijo parece temblarle el cuerpo entero.

- ¡Vamos Kakarotto!, ¡si no subes tu guardia, te voy a golpear! - este hace un intento tiritón.

Hago una mueca y con un simple puñetazo en su estómago, lo dejo botado en el suelo, convertido en una pelota.

- ¡Vamos!, ¡de pie! - este parece gemir - ¡Kakarotto! - este se aleja. Frunzo el ceño.

A different pathWhere stories live. Discover now