—Siempre dices lo mismo —musitó e hizo comillas con los dedos —: "Unos minutos más"

Traté de ignorar el sonido de mi corazón golpeando contra mi pecho y froté las palmas sudorosas en mi pantalón de vestir. La ansiedad me carcomía y los nervios lastimaban mis sienes.

—No puedo lidiar con esto ahora, Isadora.

Asintió mientras las lágrimas empezaron a notarse en sus ojos marrones. Oh, mierda. Ahora no. Isadora era una mujer muy sensible y muchas veces no tenía idea de cómo consolarla. Aceptó nuestro acuerdo cuando fui claro sobre mis sentimientos. Nunca tendría el control de mi corazón. ¿Por qué seguía insistiendo?

—Es por ella, ¿no? Alayna Novak siempre será el problema entre nosotros.

Mi mandíbula se tensó, Fabrizio hizo de cuenta que no escuchaba, pero sus ojos cada tanto iban a Isadora.

—No —dije simplemente.

—¿No qué? —desafió—. Tenía la esperanza de que este viaje haría un cambio entre nosotros, pero parece que ha empeorado. Ni siquiera apreciaste mi vestido y en la fiesta me usaste como un accesorio más. ¿Hasta cuándo?

Sacudí la cabeza, mi mirada gritándole una disculpa.

—Tú sabías a qué te enfrentabas cuando dijiste que sí en el altar —Le recordé—. Te di opciones de acudir a otros hombres. Puedes enamorarte de alguien más, Isadora, pero te aferras a mí. No soy lo que buscas, nunca podré corresponderte cómo te gustaría.

—¿En serio estás pidiéndome que ame a alguien más? ¿Funcionó contigo?

Silencio.

—El problema es que tú no quieres olvidarla —susurró—. Ni siquiera haces el esfuerzo por Thiago.

Estaba herida y se sentía menospreciada. De lo contrario, nunca involucraría a nuestro hijo. Thiago siempre había sido un tema aparte.

—Vete.

—Nunca vas a amarme, ¿no es así? Debería rendirme.

Enfoqué mi atención en las nubes grises.

—Si pudiera amar a otra mujer, te amaría a ti sin dudar, Isadora.

Escuché su débil sollozo antes de que finalmente regresara a la habitación. Solté una maldición en voz alta y puse mi puño sobre la ventana ovalada. Nunca avanzaría. Nunca podría si no la tenía a ella.

👑

Alayna

Desperté adolorida al día siguiente.

Me incorporé en la cama lentamente para examinar dónde me encontraba. La habitación era lujosa y desconocida. No la que me habían asignado cuando llegué a la mansión. ¿Cómo terminé aquí? El olor a sudor inundó mi nariz al igual que la colonia de hombre. La nicotina saturó el aire. Mis huesos dolían como mis costillas y mi cabeza palpitaba. Mi cabello era una maraña desastrosa, mis nudillos estaban peor que anoche: rojos, hinchados e irritados.

Mierda.

Mi mente captó destellos de recuerdos dónde Declan me tomó en varias posiciones: contra la pared, la mesa, el sofá y el baño. ¿Cómo podía seguir respirando? Mi desesperación por intentar olvidar a Luca me impulsó a cometer otra estupidez. ¿Declan Graham? Había muchas mujeres y hombres disponibles. ¿Por qué justamente el maldito irlandés? Me avergonzaba haber caído tan bajo, pero no había forma de regresar al pasado. ¿La buena noticia? Tuve varios orgasmos y no fue tan malo.

—Susurraste su nombre en sueños—murmuró una voz grave cerca de la ventana—. Dos veces.

Genial.

El Rey Oscuro [En Librerías]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن