1 | Antes lo éramos todo. Ahora no somos nada.

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Fueron unos años difíciles donde llegué prácticamente a la depresión.

Sin Oliver ya sentía como que lo había perdido todo, pero esa sensación de vacío, de no tenerle a mi lado, hacía que me fuera rompiendo cada vez más y más. Necesitaba descansar y sin un par de pastillas no podía hacerlo. Era demasiado cobarde para llegar tan lejos.

Llego a la empresa y un imponente edificio de veinte plantas se abre ante mis ojos; una extensa cristalera cubre parte de la fachada, dando una vista de lo que sucede en su interior. Recorro los metros que me separan de las puertas y subo los escalones.

Una vez dentro me dirijo directamente a recepción, donde una chica me da una sonrisa de oreja a oreja. 

—Buenos días, ¿en que puedo ayudarle?

—Estoy aquí por el puesto de secretaría. Tengo una entrevista dentro de nada.

—¿Su nombre?

—Grace Abrams —sonrío.

Consulta su ordenador rápidamente.

—Décima planta, señorita Abrams. Suerte con ello —le doy las gracias y me dirijo hacia los ascensores.

Subo y pulso el botón. Las puertas están a punto de cerrarse cuando una mano se interpone para poder entrar. Hago caso omiso a ello y saco el curriculum que guardé la noche anterior.

Un olor familiar llena rápidamente el pequeño espacio y mi corazón se acelera. Levanto la mirada durante segundos y me encuentro con una espalda ancha delante de mí. Es imposible.

Él... solía utilizar un perfume parecido. Tal vez...

Aparto la idea de golpe y mantengo la calma todo lo que puedo.

Olvídate ya. Tienes que centrarte en el trabajo.

Las puertas se abren al llegar a la décima planta y aquel hombre es el primero en salir. Todos le miran con cierto temor y disimulo. Entorno los ojos y me dirijo a la recepción.

—Hola, vengo por la entrevista, es para el puesto de asistente —le comento a la chica sentada detrás de la mesa. Me dice que espere, que dentro de nada me llamarán.

Pasan varios minutos hasta que me llama por mi apellido y me indica la puerta por la que debo entrar. Voy hasta allí y llamo.

—Adelante —dice una voz ronca.

Entro y lo primero que veo es a un hombre de espaldas a la puerta, detrás de su escritorio. El despacho es bastante amplio y tiene un gran ventanal desde el que se puede observar la ciudad de New York.

—Siéntate —me dice mientras guarda varias cosas. Hago lo que dice y dejo el currículum en la mesa. Se gira y empieza a revisarlo, mientras el nerviosismo invade mi cuerpo. Agacho la cabeza, jugueteando con mis dedos esperando su respuesta.

—Grace Lexington —dice mientras levanto un poco la mirada para ver como apoya su cabeza en sus manos, sin llegar a observar su rostro.

Mierda, seguro que es algún amigo de mi padre. Ya está, no conseguiré el trabajo.

—Han pasado cuatro años, Grace Lexington —comenta dejando la hoja sobre la mesa.

—¿Cómo sabe mi nombre? —levanto la mirada sorprendida.

Me quedo helada al verle.

—¿Tan rápido te has olvidado de tu ex suegro? —se me cae el alma al piso.

No, era imposible. No podía ser. Esto tiene que ser una broma de muy mal gusto.

—Señor Lewis —susurro. Empiezo a notar los ojos vidriosos.

Obligada A Olvidarte © Nueva VersiónWhere stories live. Discover now