—Abuela se supone que me negaras tomar eso. —La señora rodó los ojos negando.

—Sabes que conmigo puedes hacer lo que tu quieras, solo que si vas a embrigarte que sea en tu cuarto, mantente alejada del pequeño bosque.

—Bueno, ahora salgo. —Observó el cuarto para arreglar algunas cosas. Ella dormiría en el suelo y su hermanita en la cama, así no habrían quejas ya que la conexión para su móvil estaba en el suelo y antes de dormir le gustaba leer o escuchar música.

A pesar de ser un cuarto pequeño, le agradaba bastante.

Lo único que no le gustaba de viajar eran esas historias infantiles que regresaban a su mente.

Fantasmas, bosques, y espíritus recorriendo el lugar de noche; golpes en el techo y esas cosas le hacían sentir algo insegura pero con el tiempo se acostumbro y cada vez que algo fuera de lo normal, pensaba en animales.

Y como no recordar esas leyendas si cada vez que llegaban, su abuelo esperaba a la noche para contarlas antes de dormir.

—Hija ayudanos un poco, por favor. —Su madre entró con equipaje. —Ve a la cocina junto a tu abuelo, mantente ocupada ¿bien?

—Si, ¿ya van a cocinar?—Asintió  haciéndole un gesto para que se fuera. Quitó su abrigo yendo al baño y lavar sus manos.—¿Abuelo que se le antoja?

—Tu sabes bien que haremos linda. —Se levantó con la niña en brazos mientras comían galletas.—Haremos barbacoa tradicional, la que te gusta.

Comenzó a sentirse un poco más feliz. Adoraba cocinar y más si era en familia con tranquilidad.

—Si quiere puedo hacer los acompañamientos.

—Lo que tu quieras linda, la que tiene el toque mágico eres tú.

Ya en confianza amarró su largo cabello  para ir a la cocina y empezar una agotadora sesión de cortar vegetales, intentar no quemarse al encender el fuego y varios chistes por parte de su abuelo.

Cada vez más el sol se ocultaba dejando un manto oscuro en el cielo para dar paso a la luna.

—A ver vayan tomando asiento, la noche está algo fría pero estaremos bien con esto.

—Se esforzaron mucho hoy, nosotros limpiamos después. —Llegó la madre de ambas con una manta encima para sentarse en el segundo escalón de la entrada.

—Un momento, ¿que hacías en el cuarto mientras todos estábamos aquí?

—¿Ya mencioné que a las niñas les encanta escuchar sus historias, papá?—Eun Bin rodó los ojos sabiendo que la mujer en verdad tomó una siesta mientras ellos cocinaban.

—Obviamente les encanta si yo soy un testigo vivo de esas historias.

—¿Cual historia abuelo?—Eun Bin tomó a Dominic para sentarla en su regazo mientras comían para que esté cómoda.

—La última vez que vinieron les conté de Choon Hyang, que es característica de Namwon, por eso es tan hermoso este lugar.

—Era sobre una chica humilde que cautivó a un príncipe y se juraron volver a verse, esperó a su príncipe aún sabiendo que tal vez no regresaría, alguien más se enamoró de ella pero como seguía fiel a la promesa de el joven, la torturaron hasta que regresó.

—Ah ya la recuerdo, pero abuelo cuenta la nueva.

—A ver con que vas a deleitarnos ahora, papá.

—Esta leyenda no tiene nombre y es poco conocida... Presten atención.

Así comenzó el relato...

Hace no mucho tiempo, exactamente cuando al finalizar la guerra entre ambas coreas. Habían muchas perdonas varadas y disperarsas para protegerse, tanto coreanos como americanos.

Al ser Namwon una zona montañosa y el río principal Yoheon. Habían puntos de agua que corrían para llegar a este y muchos soldados y civiles los seguían para reencontrarse.

Un soldado llegó a una de esas quebradas para seguir su camino pero como un destello brillante pudo observar a una bella mujer. De cabello largo con la vestimenta del país maltratada por las condiciones. El joven se acercó divisando que esa hermosa joven estaba jugando con el agua donde habían muchas piezas doradas.

—¡Oro!—Interrumpió la pequeña sonriendo.

—No interrumpas Mini. — Le abrazó su hermana.

—Correcto linda, era oro y la joven a pesar de verse andrajosa, tenía mucho en su ropa y hasta cabello.

Al ver que el soldado se acercaba, ella lo observó encantadoramente pero notó que su atención ya no estaba en ella, sino en ese mineral precioso... La avaricia cegó al muchacho que tal vez se llevó a la joven o quizá la ahogó para quedarse con el oro.

Y tiempo después comenzaron a descubrir personas ahogadas en algunos extremos del río o puntos de agua, mientras que otras desaparecían... La historia dice que si encuentras a una mujer u hombre extremadamente precioso, ellos te harán una pregunta.

—¿Cual abuelo?—Esta vez interrumpió la mayor curiosa. Dominic se volteó para ver a su hermana molesta.—Perdon.

—Los pondré en el contexto más facil.—Se inclinó en su silla.—¿Que prefieren? ¿El oro o al chico que lo posee?

—Ninguno de los dos.—Respondió Dominic. —No aceptas algo de un extraño y tampoco al extraño.

—Buena respuesta Mini. —Sonrió su abuela.—Sin embargo, negarse a alguien es malo también...¿Tú que dirías Eun Bin?

La mencionada suspiró apoyando su mentón en la cabeza de su hermanita.

—No me siento bien para responder eso. —Sonrió en respuesta.

La mujer acarició su hombro para depositar un beso en su frente.

—Bien, es hora de tomar una ducha y al cuarto.

—Mañana vamos desayunar todos juntos y saldremos.

—Si mami. —Dominic extendió los brazos a su hermana para que la cargue mientras bostezaba.

Eun Bin se arrimó a la pared viendo los árboles moverse por la brisa, el sonido de la naturaleza, sapos y grillos comenzaba a ser más fuerte.

En parte la calmaban pero también le era curioso.

—Woonie, entra a casa. —Señaló al perro que ladraba ruidosamente. —Ven.

Lo dudó un poco para después entrar hasta la habitación con su hermanita.

—Ve a bañarte primero, lo haré después. —La dejó en la ducha buscando sus pijamas. Escuchó unos golpes en su puerta para ver a su padre.—¿Sucede algo?

—¿Sigues triste?

—Algo...

—¿Lo extrañas? —Negó sintiendo culpa al decir la verdad.—Sabes que no siempre podrás hacer a todos felices.

—¿Yo los hago a ustedes?

Su padre le abrazó palmeando su espalda.

—Tu madre, tu y Dominic son mi felicidad.—Sonrió amable. — Aunque seria muy feliz si tocaras la guita-

—Ay no molestes, ya me bañare. —Se levantó para ir al baño y evitar charlas incómodas. —¡Hasta mañana!

—Atrevida.—Rió para volver con sus padres en la sala.

Aún con ese pensamiento rondando su cabeza Eun Bin, miró por la ventana al cielo nocturno.

Mañana era otro día y tenía la libre elección de mejorar lo que quiera... Hasta con un individuo de más.









I Choose you.|Choi Soobin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora