Capítulo 12 - Moral

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—"Quien está enamorado de las perlas, se tira al mar" —recitó una voz conocida desde el techo de una casa

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—"Quien está enamorado de las perlas, se tira al mar" —recitó una voz conocida desde el techo de una casa.

Ella volteó. Era Jack.

—Creí que acordamos algo. Si es tu amigo, si quieres que viva... ahora te ha dado permiso de entrar a su casa y ahí no podré detenerte.

—No necesitarás detenerme.

Él saltó a la calle, ahora caminando al lado suyo.

—Hay reglas.

—No me importa.

—Vampiros que piensan que el único contacto que un no-muerto puede tener con un mortal es solo para robar su sangre.

Catrina le soltó una carcajada.

—¿Vampiros como tú? —le espetó ella. Sí, estaba pasándose de la raya, lo sabía, lo sentía. No tenía que ser letrada en vampiros para entender la supuesta "jerarquía" pero ¡al demonio, ella no le temía, jamás le daría el gusto!
La verdad no se le hacía tan fuerte ni tan amenazante. Si no quería a alguien que le hablara como perra, no hubiera convertido a nadie en media adolescencia.
Le dirigió una mirada entrecerrada y continuó.
—Además, ¿y qué? En cuanto a contacto con humanos, también hablé con Rinun y Mina. ¿Por qué no me dijiste nada hasta ahora?

—Tú no ves a Rinun o a Mina como ves a ese tipo. Estás atrayendo cierta atención.

—¿Atención? ¿De quién?

—De todos.

—Oh, ¿todos? ¡Qué popular debo ser! —dijo con sarcasmo—. Déjame en paz, lo que haga con Israel no es de tu incumbencia —demandó ella apresurándose, cortando la conversación, no tenía que darle explicaciones.

—¿Crees que sientes algo más por él?

—¿Y SI SÍ, QUÉ? —Catrina detuvo la marcha. Se felicitó internamente porque aquello había salido en un rugido atemorizante y continuó—. Aclaremos algo. Si esto es algún tipo de obsesión conmigo, puedes renunciar a ella en este mismo momento. No me interesas en lo más mínimo, así que adiós.

No lo vio porque se volteó con una sonrisa sintiéndose empoderada, pero pudo jurar que Jack se quedó con la boca abierta unos segundos.

—¡NO VUELVAS A VER A ESE TIPO! ¡ES POR TU BIEN!

—¡¿POR MI BIEN?! ¡JA! —dijo Catrina incrédula. Se volteó y se acercó a él violentamente, tenía que darle a entender quién era, su corazón palpitaba como estruendo en sus oídos, ¡qué atrevimiento el de su asesino!— ¿ASÍ QUE AHORA TE PREOCUPAS POR MI BIEN? ¡NO SEAS CÍNICO! ¡NO SOLO UNA VEZ, VAN DOS! ¡SI RINUN NO ME HUBIERA LLEVADO DE NUEVO AL ESTUDIO AÚN ESTARÍA TIRADA EN EL BAR!

𝓒𝐚𝖙𝗿ǐղ𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora