- 𝙳 𝙾 𝚂 -

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— ¿Acaso no tienes escuela? ¿Casa?

La chica se levantó del pasto sonriendo ampliamente, sacudió sus pantalones corriendo hacia él. Jay rodó los ojos, apoyo todo su peso sobre su pierna derecha cruzándose de brazos esperando a que la chica llegará hasta él.

— Un "hola, ¿Cómo has estado?" No vendría mal, ¿Sabes? — se burló la chica.

Atardecía, el cielo se había teñido de un hermoso rojo vivo mientras el sol desaparecía tras el horizonte. Aún había algo de gente transitando a su alrededor, pero nadie parecía prestarles atención, estaba muy metidos en sus rollos. Le sorprendía el verla nuevamente, esta era la tercera vez que veía a la chica en los últimos días, sin embargo, esta ocasión si se había detenido a hablarle, no como las dos anteriores que solo paso de largo ante su presencia.

— Ni siquiera vives por aquí cerca — volvió a replicar.

Aún estaba algo resentido por el que su amiga no supiera de su debut, varios recuerdos vinieron a su mente, aquella vez que creyó que sería eliminado del programa haciendo cartas a cada uno de sus compañeros, para luego enterarse de que había alcanzado el tercer puesto gracias a los votos. En aquel momento luego de que pasara el las emociones del momento, imagino a su amiga votando por él por mil y un cuentas, creyó que lloró, que sintió también de su miedo de ser eliminado, imaginó mil de un escenarios a su amiga, pues la conocía, había visto como en programas de supervivencia ella había votado un sinfín de veces por sus favoritos, creyó que ahora estaría así por él... Y ella, nunca estuvo enterada.

— Me mudé — su vista volvió al río en dónde el cielo se reflejaba — Me gustan los atardeceres.

— Lo sé — contestó casi inmediato.

Ella le sonrió para luego volver hacia el río en dónde el sol iba cayendo lentamente. Jay la observó con detenimiento, seguía enfadado con ella, sin embargo no podía negar que la sonrisa le conmovía, sabía que había extrañado de su sonrisa, pero hasta ahora era consciente de que tanto le había echado de menos. Después de todo, ella siempre había logrado calmarlo, consolarlo.

— ¿Tus compañeros son buenos? — cuestionó con algo de curiosidad.

El sol termina de caer quedando ahora de un tono morado en dónde de poco en poco pequeños puntos brillantes van apareciendo. La temperatura comienza a descender. Antes de hacerse aprendiz, había visto juntos numerosos atardeceres, y siempre acababa igual, con él viendo del perfil de su amiga casi hechizado.

— Haneul, ¿Te has estado alimentando bien?

La sonrisa en la chica se desvaneció e incluso pareció incomodarse, comenzó a caminar por el sendero mientras el rubio la seguía manteniendo de una distancia prudente. Se rascó la nuca ideando el como esquivar la pregunta, había pasado tanto tiempo desde que estuvieron juntos, tantas cosas habían pasado, ambos han cambiando.

— ¿Por qué lo preguntas? — comenzó a jugar con su cabello de manera nerviosa.

Jay siempre había sido alguien muy observador y desde la vez pasada que se la había topado notó en ella un gran debilitamiento, pensó en ese momento que fue quizá por todo el tiempo que tenían sin verse, sin embargo terminó por descartarlo. Ella siempre fue una chica fuerte, y aunque quisiera ocultarlo, notó de su poco energía, incluso su caminar se había vuelto débil, torpe.

— Estás más delgada, y pálida — comentó.

— Oh, he estado a dieta — comenzó a hablar animada haciendo movimientos imitando de algunos deportes como atletismo y básquet — Y mucho ejercicio.

Su humor volvía, nuevamente parecía tener esa chispa alegre contagiosa que siempre le caracterizaba. Jay bajo la mirada sonriendo algo tímido, pero seguía algo inquieto.

No le creyó.

No quería discutir con ella ahora, de hecho, el enoje con ella comenzaba a disminuir, siendo reemplazado por preocupación, Haneul siempre había odiado el deporte, y dudaba mucho que eso haya cambiado en su ausencia, era una chica simple, difícil de que cambiara de parecer, así como de gustos; se negaba a creer que ahora fuera una deportista cuando anteriormente la había tenido que cargar en su espalda por lo floja que era en estos.

— Jay, no deberías preocuparte por mí — dijo de repente, sorprendiendo mucho al rubio teñido, parecía haber adivinado sus pensamientos — Soy mayor que tú, puedo cuidar de mi misma.

El chico detuvo su andar, levantó ambas cejas algo desubicado, la joven se percató de ello también frenando, regreso hacia él dando pequeños saltos en cada paso. Se detuvo frente a él y le volvió a sonreír. 

— Te recuerdo que siempre me has pedido que te cuide — se cruzó de brazos indignado.

La chica rió cubriendo su cara con ambas manos algo avergonzada. No era mentira, a pesar de ella ser mayor a él por un año y algunos meses, siempre había corrido a la protección del chico, durante años él se hizo su refugio en donde podía llorar sin ser juzgada, contarle cada uno de sus secretos, sus pensamientos, fue por esa misma confianza que se volvieron buenos amigos. 

— Crecí, ahora no ocupo de tu protección — Habló de manera triunfal.

Jay encorvó sus labios, paso su mano por el cabello de la chica despeinándola, era ella mucho más baja a él. Ella hizo unos pucheros intentando tomar su mano par impedir que siguiera con su gesto y acabara más greñuda de lo que ya la había dejado.

— Sigues siendo una enana — se mofó volviendo a avanzar.

— ¡Oye! ¿Así es como tratas a tu mayores? — corrió detrás de él.

Él solo la ignoró siguiendo con su caminar, ya había terminado por oscurecer, su celular vibro en el bolsillo, al fijarse en la barra de notificaciones tenía un par de mensajes, Heeseung y Jungwon que le preguntaban acerca de su ubicación y si ya estaba por volver. Se había vuelto a tardar más de lo calculado y nuevamente era por esa chica. Suspiró, volviendo a guardar el móvil en su bolsillo.

Una mano lo detuvo, Haneul le había tomado del brazo. Un escalofrío recorrió su cuerpo, se zafó de su agarre de manera rápida girando a ella.

— Dios, tienes la mano heladísima — se quejó 

— Hace frío — intento excusarse. 

Jay asintió no muy convencido de ello.

— Tengo que volver, no veremos luego — se despidió.

Ella solo observó como la figura del joven se iba alejando más  y más, ella se encaminó en dirección contraria.

Cuando entro a su casa, se topó a Niki jugando solo en la sala de estar, le saludó para irse al dormitorio y cambiarse de ropa, mientras se desvestía, a su mente volvió el recuerdo de su amuga tomándolo del brazo, parecía que quiso decirle algo, pero se desvió a lo frío que fue su tacto; se quedó quieto volviendo a repasar de ello, no recuerda ni una solo vez haber sentido tan frías sus manos, de los dos, él era quién por lo general se enfriaba y era ella quién tenía de un tacto cálido. 

Desplazó todo pensamiento para proseguir con ponerse su playera de dormir, mañana tendría un día muy ocupado. 

𝐒𝚞n𝐬e𝚝 || 𝐉a𝚢 𝐏𝚊rk ✓Where stories live. Discover now