Parte 3: Destino Cruel

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"Bueno, chicos, llegamos a nuestro destino" Irónicamente, Lockhart era el único de los tres que tenía un mínimo entusiasmo por el viaje a la fábrica de Santa

"Apenas llegamos al camión y el viaje tomará como 7 horas" Harry comenzaba a impacientarse, tener que viajar por siete horas en camión ya era bastante malo. Tener que hacer el viaje en compañía de nada menos que Draco Malfoy, la persona viva a la que más odiaba era una cruel burla, pero ir acompañado de Draco y Lockhart, el peor profesor que ha pisado Hogwarts, era el colmo, un destino atroz que nadie debería de sufrir jamás.

"Hahaha, así es, mi buen Potter" Lockhart le dio una palmada a Potter, tan fuerte que se tambaleó hasta los adentros del autobús. Una vez dentro, Harry se encontró con un sujeto mal encarado y desaliñado, parecía estar ahí en contra de su voluntad, y se trataba del chofer.

"Me llamo Bill Mapalma, y yo seré su chofer, cabrones" se presentó Bill de manera insípida e inexpresiva "¡wahoo!" añadió con el mismo nivel de entusiasmo.

"Mucho gusto, señor Mapalma. Una pregunta ¿acaso nos conocemos? Siento que nos hemos visto antes" Lockhart entro al camión, empujando nuevamente a Potter, haciendo que este cayera de cara en el duro suelo, pero no le tomo importancia, y el alumno estrella estaba demasiado resignado como para protestar.

"Sí, nos conocemos, señor, yo fui quien liberó al pueblo de Bristol, ¿recuerda la maldición que ocasionaba que los cultivos murieran? ¿recuerda que dicha maldición era ocasionada por un hechicero oscuro al cual yo derroté? Pues nos conocimos cuando usted me entrevistó y se adjudicó todas esas hazañas" Es menester mencionar que Lockhart abandonó la conversación en cuanto el pueblo de Bristol fue mencionado y se dirigió a su asiento. Desde luego que no temía a la confrontación, y aunque que el sujeto había ido a Azkaban luego de intentar asesinar a Lockhart, ahora estaba a merced de Albus Dumbledore, y tenía órdenes claras de llevar a todos a salvo hasta el Polo Norte. Asegurarse de ello era fácil, si el transporte se salía de la ruta designada en algún momento, su cabeza le estallaría, esa era la maravilla de las maldiciones de rastreo.

... 

"Farewell, my dude" decía Lockhart al chofer cuyo nombre ya había olvidado, el cual le respondió con una mirada asesina. El camión los dejo a más de cien metros de distancia de su destino, lo cual era mucho más de lo que estaban dispuestos a recorrer a pie.

Durante todo el viaje, nadie había dicho una sola palabra, solo porque Lockhart se había quedado dormido durante las ocho horas y Draco seguía inconsciente por el hechizo que Potter le había propinado en el hocico; pero ¡Ya no más! El rajado huérfano lanzó a su rival al frio hielo que cubría el suelo.

"¡¡¡KYAA!!!" Gritó Draconus, como una niñita, a lo cual Harry no pudo, ni intentó evitar soltar una carcajada. Era una oportunidad perfecta, y había sido apropiadamente empleada.

Una vez más, Draco soltó un rugido animalístico que destruía cada tímpano a su paso, e intentó atacar a Harry, y una vez más, fue detenido, pero esta vez fue Lockhart quién paró la violencia de homicida de Malfoy "Vamos, señor Malfoy, debe admitir que fue muy divertido" decía el fraudulento profesor, al tiempo que aplicaba una maldición petrificus totalus a su alumno.

...

La fábrica de Santa era mucho más majestuosa de lo que mostraba cualquier película que cualquiera de los tres individuos haya visto en su vida.

Un enorme camino de oro se extendía varios kilómetros frente a la puerta principal, a los costados había pilares de caramelo, franjas rojas y blancas extendiéndose a las alturas, no se podía saber con certeza cuanto medían, ya que las nubes los cubrían. Luces de vivos colores brillaban alrededor de todo el edificio, un magnífico castillo estilo Tudor perfectamente simétrico. Aun así se veía extraño un lugar tan vivo en medio de la nada.

Tras caminar por casi media hora en línea recta (de hecho, solo Harry y Gilderoy caminaban, Draco estaba siendo arrastrado por el gran camino dorado, tanto su némesis como su profesor ignoraban sus ruidosas protestas mientras caminaban en silencio hasta su destino), finalmente estuvieron frente al portón de diamante que daba al jardín de hielo frente a la fábrica santa. "bien, ¿y ahora?" Tras cinco minutos de espera, Harry comenzaba a sentirse impaciente, ¿Por qué no había nadie frente a la puerta haciendo... algo?

El elegido mimado estaba por soltar un grito furioso, tan brutal que dejaría al de Draco como el susurro de un mudo en comparación, pero de pronto, algo aterrizo con gran fuerza detrás de ellos, por lo que terminaron gritando igualmente, solo que por el gran sobresalto que les provocó. La espera para que la niebla que el objeto que aterrizó se dispersase se sentía aún más larga que el viaje de siete horas, podían distinguir una silueta tan grande como la de Hagrid, pero más imponente, tan furiosa como la de Albus Dumbledore, pero más intimidante, y al salir de la zona de incertidumbre, parecía tan respetable como... hmm, nope, Harry no pudo pensar en nadie.

No había necesidad de presentaciones, todos sabían perfectamente quien era, solo que tenerlo en frente era completamente asombroso. Y entonces una voz impostada y profunda dijo "Es la hora de Santa" y se comenzó a escuchar una fanfarria de trompetas.  

Harry Potter y el trineo de VenusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora