CAPITULO 3: "Paraíso"

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   El trayecto desde el aeropuerto hasta la costa, fue de alrededor de 45 minutos. En el puerto los esperaba el asistente del señor Rothschild, David Miles, para llevarlos hasta la propiedad. Con todos a bordo iniciaron el trayecto hasta la casa, lo que les tomó media hora en lancha. La casa estaba situada literalmente en una isla en medio del océano. Era despampanante, con vegetación a sus alrededores, con una perfecta playa privada.

-Bueno familia LeeSmith, hemos llegado, cuidado al bajar.
    Anunció David, con entusiasmo y eficiencia.
-¡Este lugar es un sueño!
    Exclamó Jamie, maravillada.
-Así parece, querida. Vamos a bajar rápido que el señor Rothschild, nos espera.
-¿El magnate está aquí personalmente?
    Soltó Noel, el mayor de los tres hermanos.
-Noel, por favor.
    Le advirtió Hank, ante su comentario.
-Fue sin pensar, lo siento papá.

  Con ayuda del conductor de la lancha y David, todos bajaron sin problema. Entonces a unos metros, al final de la platafrma de madera, se encontraba el señor Rothschild, perfectamente vestido con un elegante traje, como era usual en él. A su lado un paso más atrás se encontraba su asistente personal, Miller Anderson.

  Ansioso y algo impaciente por saludarlos, los observó acercarse, Hank, estaba nervioso, su esposa caminaba sonriente, mientras que sus hijos permanecían en un estado neutro entre cansados y curiosos por ver personalmente al dueño de la "isla".
   Para el señor Rothschild, una presentación como corresponde de todos los miembros de la familia, era todo lo que necesitaba para calmar su curiosidad y necesidad de saber. Con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón de vestir, y la corbata flotando en la dirección de la perfecta brisa, aparentando calma, esperó a que terminaran el camino hacia él.

-Señor Rothschild, en un placer volver a verlo.
-Buenas noches señor LeeSmith. Presénteme a su familia, por favor
    Saludó con demasiada seriedad el señor Rothschild, yendo al grano de inmediato.
-Por supuesto.

  Con una mirada seria en el rostro, el señor Rothschild, aguardó a que Hank, le presentara a cada uno de los miembros de su familia. Como de costumbre, les ofreció su mano y esperó a que le dedicaran una mirada antes de seguir con el siguiente saludo. Para él era muy importante mantener el contacto visual, es su modo de "leer" a las personas. Le dice más que un puñado de palabras educadas.

-Y por último, mi hija Victoria...
    Anunció Hank, con una media sonrisa al referirse a ella. Para él, su segunda hija era su orgullo, su muñeca, que pese a tener gustos tan marcados siempre sería especial.
-Mucho gusto, señorita LeeSmith.

    Le extendió la mano y la observó finalmente de cerca esperando tener esa primera mirada, pero lo evitó deliberadamente. Aunque el señor Rothschild, no estaba dispuesto a soltarla sin haber obtenido esa mirada, así que cuando Victoria, intentó quitar su mano solo consiguió un pequeño apretón. Apretón que captó su atención y su enojo. Le dedicó la más oscura e intensa de las miradas, y le gustó lo que vio en ella.

-Hola.
    Soltó Victoria, de mala gana y algo fría para acabar con el asunto del "saludito". Después de todo era el culpable de haber arruinado las vacaciones con sus amigos.

  Después de esos 5 extraños segundos saludando al último miembro de la familia de Hank, el señor Rothschild, le dedicó un asentimiento a David, ordenándole que siguiera guiándolos hasta la casa. 
   Caminando unos pasos más atrás, lo siguió el señor Rothschild, junto a Miller, prestándole atención a todas las reacciones que tenía el grupo de desconocidos.
  Con todos en la sala, no pudo quitar la vista de todos, una de sus virtudes era saber leer a la gente con solo observar sus expresiones corporales, su respiración, sus reacciones. Así que mientras David, les explicaba acerca de la casa y del apartamento del tercer nivel que él estaría ocupando, notó lo incómodo que se puso Hank, seguramente pensando que tenía que impresionar al jefe. No así Jamie, que parecía muy a gusto rodeada de tanto lujo, no así Victoria, quien solo aguardó a que terminara todo el revuelo. En cuanto a Noel, el solo cargó a su hermanita y le aseguró que pronto comerían algo. Cami, estaba hambrienta.

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