-Promesas rotas-

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—¿Crees que algún día terminaremos esto, Enzo? Quiero decir, ¿crees que lo nuestro durará para siempre o se acabará el amor algún día?

—Creo que esa pregunta ni siquiera deberías hacerla, Milay. Te amo, hoy más que ayer y sé que así seguirá siendo. No importa el tiempo que pase o la distancia que nos separe. Lo que siento por ti nada ni nadie lo puede cambiar.

~~~Ƹ̴Ӂ̴Ʒ~~~

—Buenos días, Milay. ¿Cómo te sientes? —preguntó el doctor Reyes cuando ingresó a su habitación.

Era un hombre que rondaba los cincuenta años, pero con una sonrisa amable y mirada sabia. Se podía deducir con tan solo ver sus ojos, que era un hombre con demasiadas experiencias y conocimientos.

—Ah... ¿bien?

—Eso es bueno.

Milay había despertado solo hace un par de horas atrás y se encontraba bastante confundida. No recordaba cómo había llegado allí y nadie se había molestado en responderle. Recordaba salir de su oficina y contestar la llamada de Enzo, pero nada más. Dios, él debería estar esperándola en el restaurante y ella sin poder comunicarle nada.

«Enzo».

¿Le habrían avisado ya? Esperaba que sí. No quería que creyera que lo había dejado plantado o que lo había olvidado. Nada más lejos de la realidad. Sin embargo seguía sin saber qué había pasado y eso la asustaba sobremanera.

—Uhm, ¿doctor Reyes? —lo llamó con timidez. Él hizo un sonido para confirmarle que la escuchaba mientras seguía revisando unos papeles—. ¿Qué fue lo que me pasó? ¿Cómo llegué aquí? No recuerdo nada después de salir de mi oficina y...

—Milay, relájese por favor. No es bueno que se estresé. Me veré obligado a sedarla si no se tranquiliza —dijo el doctor interrumpiéndola. Ella cerró la boca y asintió tragando saliva. Tenía mucho miedo de lo que el doctor le diría. Su rostro era serio, aunque compasivo, y eso no le gustaba para nada.

—Lo siento —susurró.

El doctor giró ante sus palabras y su semblante cambió.

—Milay... —Ella tragó saliva—. Tuvo un accidente muy grave. Su cabeza sufrió un golpe demasiado fuerte y cayó inconsciente. Hace... —El doctor tomó una profunda respiración—. Estuvo en coma durante tres años, Milay. 

Enzo salió de trabajar y miró hacia el cielo nublado. Por el olor del aire podía decir que llovería muy pronto y eso solo le traería recuerdos que era mejor enterrar; le haría evocar momentos que lo sumirían en depresión y no quería volver a caer en la misma rutina de antes. Ahora la vida le había puesto a una magnifica mujer que lo entendía, que lo amaba, y él no iba a echar a perder algo así solo porque no podía seguir adelante.

¡Ya habían pasado tres años, por Dios!

Suspirando, sacó el celular de su bolsillo mientras caminaba por el estacionamiento y marcó el número de Rosy. Sonrió al escuchar su alegre voz respondiendo.

—Hola, amor. ¿Nos vemos hoy en tu departamento? —preguntó él con un tono dulce justo cuando cayó la primera gota de lluvia en su rostro. Jodido tiempo que no podía esperar a que llegara a su coche.

—Hoy no puedo, Enzo. Necesito enviar estos papeles para mañana y todavía me queda mucho por acabar. ¿Te parece mejor si voy a tu casa cuando termines?

—Bueno —contestó resignado. Ahora solo le quedaría librar una lucha con los maravillosos recuerdos que lo entristecían. Escuchó cómo su novia suspiraba y se removía en su silla.

—Ha comenzado a llover —señaló. Enzo no dijo nada. Sabía que ella ya se había dado cuenta del porqué de su llamada—. Si quieres puedo aplazar esto solo un momento. Si necesitas...

—No, Rosy —la cortó. No quería que dejara sus responsabilidades a un lado solo por él—. Todo está bien. Solo tenía muchas ganas de verte.

El silencio se instaló en la linea y luego Enzo entró al calor de su coche. Cerró la puerta y se quedó ahí escuchando cómo las gotas de lluvia golpeaban rítmicamente el techo de su auto. Permitió que sus ojos se cerraran un poco.

—¿Seguro? —Enzo sonrió ante el tono indeciso de Rosy. Sabía que se encontraba dividida entre cumplir con sus obligaciones y estar ahí con él para apoyarlo.

—Muy seguro, no te preocupes.

—Bien. Entonces te llamó más al rato. Te amo, Enzo.

—Y yo a ti. —Colgó el teléfono y luego se dirigió a su casa.

Milay mordía sus uñas al tiempo que miraba las gotas de lluvia caer por la ventana. Seguía sin poder procesar del todo el conocimiento que el doctor había puesto en ella la noche pasada.

Tres años en coma.

No quería, no deseaba procesar bien esa información, ni mucho menos el que le doctor le había soltado como una bomba justo después. El señor Morell, como él había dicho, tenía ya un par de meses que no iba a verla. Estaba molesta, asustada, pero más que nada estaba dolida.

¿Acaso ya la había olvidado? ¿Tan rápido? Se habían prometido un «por siempre», ¿acaso no valía nada para él? Aunque sabía que se estaba apresurando a sacar conclusiones, no podía evitar imaginar horribles escenarios donde él ya había seguido con su vida.

Para ella solo habían pasado un par de horas desde la última vez que había hablado con él, y a pesar de saber que había pasado más tiempo, su cabeza aún no lo entendía. Una insolente lágrima resbaló por su mejilla al recordar la primera vez que él le dijo que la amaba. Había estado lloviendo tal como ese día. El cielo había llorado por su amor, porque sabía que por fin su vida había comenzado a ser buena. La felicidad que tanto tiempo había anhelado la había estado encontrando al lado de ese increíble hombre.

Un hombre que al parecer se había olvidado de ella.

Enzo llegó a su casa, se despojó del saco húmedo y lo lanzó sobre su colchón cuando vio la luz roja del contestador automático parpadear. Dejó escapar un murmullo frustrado. Seguro que eran otra vez los del hospital preguntando qué hacer con Milay. ¡No estaba muerta, por el amor de Dios! Ella no estaba en estado vegetativo como para que le preguntaran si quería que la desconectaran y dejaran morir.

Pensó en eliminar el mensaje sin siquiera escucharlo, pero algo, una voz, le dijo que era mejor oírlo. Presionó el botón y escuchó la introducción del doctor Reyes diciéndole que hablaba de parte del hospital y que habían estado tratando de contactarlo.

Apagó sus oídos al resto y comenzó a desnudarse para poder darse una ducha rápida antes de que llegara Rosy. Estaba pensando en algo fácil para cocinar cuando unas palabras que salieron de la bocina dejaron su cuerpo tenso.

—... ella despertó el día de ayer preguntando por usted, sin embargo el número móvil que nos dio parece estar fuera de servicio. Los exámenes que le hicimos parecen mostrar que está en perfecto estado y que...

Se perdió de nuevo entre el mar de palabras y sensaciones que tenía en ese momento.

Milay había despertado recordándolo; preguntando por él. Y él había roto sus promesas.

Enzo ya había entregado una parte de su corazón a alguien más.



Momentos contigo ✔ [2015]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora