-Decisiones y arrepentimientos-

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Enzo dejó la copa vacía sobre la mesa de cristal que se posicionaba en el centro de su nuevo hogar y recargó sus codos sobre sus rodillas. Podía comenzar a sentir el alcohol corriendo por sus venas, trayendo consigo los recuerdos de los que trataba de deshacerse. Memorias de los momentos vividos con quien sabía era el amor de su vida, pero que ahora había perdido.

«¿Por qué fui tan estúpido?», se preguntaba una y otra vez. «¿Por qué no pude solamente escuchar lo que me decía?».

A pesar de que ya habían pasado casi dos meses desde que Milay salió de su vida, Enzo no parecía capaz de seguir con los planes que se había impuesto. Solo pensar en casarse con Rosela, con alguien que no era Milay, revolvía su estómago, pero eso era con lo que tenía que lidiar ahora. Él tomó sus decisiones y ahora tenía que vivir con las consecuencias que sus actos le habían acarreado. Pasándose las manos por el cabello como señal de su frustración, soltó un suspiro y se puso de pie solo hacer lo que había venido haciendo desde un par de semanas atrás. Tomó el teléfono de la mesilla frente a él y marcó el número que sabía de memoria.

—¿Bueno? —La dulce voz de Milay inundó sus tímpanos y él no pudo más que quedarse en silencio disfrutando de los breves segundos que sabía duraría esa llamada—. Por favor dejé de molestar, ¿sí? Si no va a contestar no marque de nuevo —la escuchó decir. Podía asegurar que las llamadas casi diarias que le hacía la molestaban, pero no podía parar de hacerlas.

Se sentía como un acosador, sin embargo necesitaba saber de ella aunque fuera durante unos segundos. Pensó en responder, pero no sabía qué decirle. Quería disculparse, preguntarle como le iba en la vida. Si había seguido adelante en tan poco tiempo o si seguía tan triste como él.

—L-lo siento —se atrevió a decir por fin.

El silencio que le siguió a continuación solo le hizo arrepentirse por haber hablado. Debió haberse quedado callado, se decía. Milay nunca lo perdonaría probablemente. Si él estuviera en su lugar, jamás le hubiera permitido que saliera embarazada de otro hombre mientras él estaba en coma, pero Milay siempre había sido un alma pura y buena. Ella merecía lo mejor y, muy en el fondo, Enzo estaba seguro de que no era lo mejor para ella.

¿Había sido esa la razón por la que la dejó? ¿Por qué no creía ser suficiente para ella? Se decía que no, que estaba haciendo lo correcto, pero un rincón de su mente lo hacía dudar.

—¿Enzo? —preguntó Milay en un susurro. Un nudo se formo en la garganta de él; volver a escucharla decir su nombre era más de lo que podía soportar. Colocando su frente sobre la palma de su mano abierta, comenzó a llorar.

—Perdoname, Mil. Era lo mejor, lo sigue siendo, pero... perdóname. —Milay no entendía lo que Enzo trataba de decirle. Su corazón dolía por el sonido de su voz rota y sus sollozos.

Se notaba que la estaba pasando tan mal como ella, pero no quería eso. Quería que fueran felices, ambos, ya fuera juntos o separados, pero felices al fin y al cabo.

Era cierto que a veces lo odiaba tanto que deseaba nunca haberlo conocido, pero otras veces solo recordaba todo lo que vivió a su lado, todos los buenos recuerdos, y maldecía a la vida y su mala suerte. No odiaba a Enzo, aunque sí que quería hacerlo. Solo quería seguir adelante con su vida, era lo único que pedía.

¿Acaso era mucho?

—Enzo...

—Te amo, Mil. Y creo que nunca dejaré de hacerlo.

Esas palabras solo lograban resquebrajar la resolución que Milay había tomado acerca de nunca volver a contactarlo. En ese instante solo quería poder abrazarlo y aliviar el dolor que ambos sentían. Eran miserables el uno sin el otro, pero el destino así había decidido que fuera, que estuvieran separados.

¿O solo eran las decisiones que habían tomado? ¿Se podía cambiar el rumbo de sus vidas?

—¿Crees que pueda verte, cariño? Solo... Solo una última vez. Lo necesito. Necesito verte —le pidió Enzo con el dolor evidente en su voz, era claro lo mucho que le había costado hacerle esa petición.

Milay miró hacia el techo de su habitación y parpadeó para tratar de retener las lágrimas. No quería verlo, o más bien, sabí que no no debía verlo. Eso solo la haría seguir lamentándose por su pérdida, pero no podía solo negarse; no cuando escuchaba lo mucho que Enzo sufría.

—No creo que sea correcto —le dijo con voz triste pero sorprendentemente firme—.Estás con Rosy ahora y... —Tomó una profunda respiración y limpió las gotas de agua que ahora corrían por sus mejillas. Enzo dejó escapar un sollozo, pero después de eso dejó de lamentarse; Mil no debía de darse cuenta de lo mal que se encontraba o, conociéndola, se culparía a ella misma por su estado.

—Solo esta vez, Mil. Y prometo no volver a molestarte.

Estaba desesperado por verla. Solo una vez más, se decía. Era lo único para convencerse de que estaba haciendo lo correcto. Después de todo necesitaban un cierre para poder continuar con sus vidas, ¿no?

Enzo sabía que, en cuanto viera que ella estaba bien, cuando viera su sonrisa de nuevo, se convencería de que Mil estaba mejor sin él.

—Está bien —se rindió ella—. ¿Dónde...?

—En nuestro lugar. Digo... En el lugar donde nos conocimos, estaría bien. ¿Te parece mañana a mediodía?

Milay tomó una profunda respiración y volvió a desviar la mirada hacia el frente, hacia el lugar donde Samuel estaba sentado.

—Mañana —susurró, luego colgó.

Samuel la miraba con una pregunta en sus ojos, pero ella negó, diciéndole en ese gesto que ahora no quería hablar.

—Entonces me voy —dijo Samuel poniéndose de pie. Se acercó a besar la frente de la mujer que seguía amando, pero que sabía no le correspondía, y después se encogió de hombros tratando de que Milay no viera lo mucho que le dolía su rechazo—. Si necesitas cualquier cosa, no dudes en hablarme. Te quiero, Mil.

Salió de la habitación cerrando la puerta con calma, y luego Milay se derrumbó. Se odió por estar haciendo lo que hacía, dando esperanzas a un hombre mientras seguía amando a otro; a un hombre con el que, en menos de un día, se reuniría de nuevo.

Dios, ¿qué estaba haciendo con su vida?



Momentos contigo ✔ [2015]Where stories live. Discover now