Capitulo 11 - La llamada

1.9K 29 3
                                    

Capitulo 11 - La llamada

-¿Cómo vamos a saber donde están?

-Llamando a nuestros compañeros, al profesor, a quien sea… -dijo Tomás desesperado.

-¡Dios, no soporto más está situación! –gritó llena de frustración Alma.

-Tranquila mi amor. Pronto vamos a estar con ellos.

En ese momento escucharon un ruido en la planta baja de la cabaña como el de una cacerola cayéndose.

-¿Escuchaste eso? –preguntó Alma atemorizada.

-Si, vamos a ver que fue…

-Parece haber sido en la cocina. ¡Espera! Ese mismo ruido escuché cuando…

Tomás estaba bajando cuando alma lo detuvo por el brazo.

-¡No bajes! –exclamó.

-¿Por qué?

-Es el mismo ruido que escuche cuando encontré a Alice en la cocina… -respondio con los ojos cristalizados.

-¿Qué quieres decir?

Alma con la expresión en su rostro lo dijo todo. Entonces Tomñas dijo:

-Esto no me esta divirtiendo para nada…

-A mi tampoco.

-Tenemos que bajar, Alma.

-No, no… 

-Vamos juntos, ¿si? Estará todo bien.

Logró convencerla y bajaron juntos lentamente. Cuando llegaron abajo inspeccionaron con la mirada todo el living con la mirada. Luego siguieron su camino por el pasillo que los conducia hacia la cocina.

-Espera –dijo Alma sobresaltando a Tomás.

-¿Qué pasa? 

-No puedo… -dijo con la mirada inundada de lagrimas.

-Está bien. Tú quédate aquí y yo voy a ver que ocurre.

-¡No! ¿Y si algo te pasa?

-No me va a pasar nada, mi amor. Quédate aquí.

Tomás caminó lentamente los pocos pasos que le quedaban para llegar a la cocina, Al entrar vio que la ventana estaba abierta. De repente escuchó una respiración agitada de alguien que se encontraba justamente detrás de la barra. Caminó lentamente alrededor de la barra tratando de llegar al otro lado y ver si había alguien. Mientras se iba acercando los latidos de su corazón fueron acelerando. Cuando estiró su cuello para ver, sintió un viento helado y un grito muy chillon como si fuera de una mujer sufriendo. Tomás pegó un grito y volvió corriendo hacia el pasillo.

-¡Que! ¿Qué pasó? –pregunto Alma al verlo blanco, muy palido.

-Un gr… grit… to –dijo tartamudeando.

-¿Un grito? ¿De que hablas? ¿Habia alguien, Tomy? 

Tomás negó con la cabeza.

-Un g… gri… to… -seguia tartamudeando.

-Mi amor, vamos al living.

Alma lo condujo hasta el living de la sala de estar.

-A ver mi amor. ¿Qué fue lo que pasó?

-Escuché un grito como si fuera de mujer.

-¿Cómo fue ese grito?

-Muy aturdidor… muy chillón, me hizo dar mucho mie… miedo.

-Es el mismo grito que yo escuché esa noche… ¿Te acuerdas que te conté? –Tomás asintió.

-No entiendo que está pasando pero me quiero ir de aquí.

-Primera vez que veo que te acobardas –dijo ella con una media sonrisa.

-Esto ya no lo tolero, vámonos de aquí –tomó de la mano a Alma y salieron de la cabaña.

-¿Dónde iremos? –preguntó Alma.

-Vamos a la confitería, tengo mucha hambre y antes de seguir tenemos que digerir algo para tener fuerzas.

-Tienes razón y ahora que lo pienso me vino un hambre terrible y nos dará tiempo a relajarnos de todo esto.

Caminaron hacia la confitería con la intención de despejarse de tanta confusión y volver con la mente centrada.

-Un café con medialunas por favor –ordenó Tomás.

-Yo, café con leche con dos tostadas.

Mientras estaban esperando lo que ordenaron. Alma miraba hacia fuera por la gran vitrina de la confitería. Cuando vio que alguien entró a la cabaña de ellos.

-¡Tomás! Alguien entró a la cabaña.

-¿Quién? –preguntó mirando hacia la misma dirección que Alma.

-No sé, no alcancé a ver quien era pero estoy segura que alguien entró.

-Voy a ir a ver… -dijo Tomás mientras se ponía de pie.

-Yo voy contigo…

-No, tienes que quedarte a esperar la orden.

-Pero…

-Quédate, yo voy…

-No por favor. No vayas solo mi amor.

-Alma, voy a estar bien. Llevo mi móvil para llamarte si es que necesito ayuda ¿si? –le dijo sosteniendo su rostro por el mentón y mirándola fijamente a los ojos. Ella asintió.

Tomás se fue. Alma lo seguía con la mirada hasta que entró a la cabaña. El corazón de Alma latía fuertemente hasta ella podía escuchar sus latidos. Estaba atenta a cualquier llamada que pudiera recibir. 

Pasaron un par de horas y Alma estaba muy preocupada. Tomás no la había llamado y ella ya había terminado su café  con leche. La mesa estaba llena de bolitas de papel que Alma había hecho por los nervios. De repente sonó su móvil, lo sacó de su bolsillo y era una llamada de Tomás. Desesperada atendió.

-¿Amor? –dijo con una voz exasperada. Su mano temblaba de los nervios. Pero nadie respondía, solo escuchaba disturbios entre tanto tumulto alcanzó a escuchar un grito, parecio ser de Tomás. Eso fue el alerta que necesitaba para salir corriendo a mas no poder hasta socorrer a su novio. Mientras la mesera le reclamaba a los gritos para que pague su pedido. A Alma no le importaba nada, solo socorrer a Tomás.

Lo único que retumbaba en su cabeza era su nombre “Tomás, Tomás” mientras corria hacia la cabaña. Cuando llegó abrió bruscamente la puerta, al entrar el disturbio que escuchó por su móvil ya no estaba. Era un silencio absoluto, caminó lentamente buscando con la mirada a Tomás. Recorrió su mirada por el living, a lo largo del pasillo que llevaba a la cocina pero no se animó a ir hacia allá. Entonces fue hacia las escaleras, trato de subir haciendo el menos ruido posible. Al llegar había una completa oscuridad. Una vez sus ojos se adaptaron a lo oscuro pudo ver mejor. Se dirigió hacia la habitación en la que dormía Alice, escuchaba ruidos. Lentamente posó sus manos en el picaporte (perilla) de la puerta cuando está giró por su propia cuenta. Alma se atemorizó. Mientras el picaporte se giraba Alma caminaba marcha atrás. Cuando se abrió bruscamente para sorpresa de Alma que gritó.

La CabañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora