CAPÍTULO 22

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Mi mano pasaba por su cabello negro, el cual estando suelto parecía ser una cascada.

Juntas nos encontrabamos acostadas en el cómodo sofá disfrutando del momento. Tenerla sobre mi pecho, mientras observamos lo poco que quedaba del sol para finalmente ocultarse y darle paso a la luna, hacía que todo fuera perfecto. Pero era consciente que era la última vez que podría disfrutar de esto, sabía que pronto no estaría a su lado y eso llegaba a dolor.

—Es hora de que me marche— susurre de manera suave y pude sentir cómo se aferraba más a mi cuerpo.

—No, quédate un poco más— dijo con su voz un poco ronca.

Sonreí mientras mis brazos acercaban aún más su cuerpo al mío, bueno, si es que eso se pudiera hacer, ya que la distancia de por sí era muy mínima.

—Lena...— susurre, y sentí como si mi voz flaqueara un poco.

—Está bien, señorita ocupada— bromeó, separándose de mí— ¿Nos veremos mañana?

Sus ojos miraban fijamente a los míos, haciéndome sentir pequeña ante su intensa mirada, y trate de hablar, pero de pronto sentí mi garganta seca y solo me tocó asentir con mi cabeza.

—Perfecto— dio un último beso a mis labios, para ponerse de pie.

Me enderecé para terminar sentada en el cómodo sofá, vi cómo con una coleta recogía su cabello mientras se dirigía a la cocina. Una sonrisa apareció en mi rostro admirando la obra de arte que era aquel ser, pero tres punzadas de manera seguida se llegaron a sentir en mi pecho para que se borrase la sonrisa de mi rostro.

Casi con dificultad me puse de pie para dirigirme al cuarto de Lena y enseguida ingresar al baño. Abrí la llave del lavabo y de manera casi desesperada, con mis manos tomaba un poco de agua para refrescarme el rostro.

—¿Por qué fuiste tan ingenua?— susurre para mi misma con enojó, mientras miraba con rencor mi propia imagen en el espejo que tenía enfrente— ¡Eres una maldita imbécil!— susurre un poco más fuerte.

Mis palmas comenzaron a tomar con frustración el material de cerámica con que estaba hecho el lavabo y cuando escuché un crujido me detuve. De repente sentí que mis rodillas no soportaban mi peso y caí en el frío suelo. Apoye mi espalda en la pared y oculte mi cabeza entre mis rodillas mientras sentía cómo las lágrimas caían.

¿Cómo pude llegar hasta esto?¿Cómo pude dejar que el rencor me dejará contaminada hasta lo más profundo?

El rencor de sentirme desplazada, de estar en un planeta que en ese entonces era muy desconocido para mí y dejar que Lillian, año tras año me llenará de ideas falsas me hicieron llegar hasta aquí. Ella supo exactamente que botones presionar y acabó teniéndome como esclava mencionando a mis padres biológicos. Todo su plan lo hizo bien. Primero acercándose de manera amigable a una chica ingenua en la vida, desesperada por encontrarse nuevamente con su familia y que todo llegará a mejorar, y a sus espaldas cometiendo delito tras delito, realizando cada decisión con suma perfección para no dejar que de mis ojos cayeran las vendas.

—¿Por qué me deje cegar por el rencor?— pregunté hacía mis adentros, y en el interior sintiéndome tan estúpida— ¿Por qué?¿Por qué?— repetí, pero parece que mi yo interno tampoco sabía las respuestas. Ambos habíamos sido engañados como niños pequeños.

De fondo podía escuchar cómo todavía seguía cayendo el agua al lavabo y con esfuerzo me puse nuevamente de pie. Tomé más agua entre mis manos y dejé que el rastro de lágrimas se camuflaran junto a las gotas de agua. Mis manos tomaron una pequeña toalla de las que habían en el mueble y seque mi rostro. Cuando me volví a ver nuevamente al espejo no había rastro de nada, pero lo que expresaban mis ojos me delataban.

Lena Luthor y Tú | Mi MisiónWhere stories live. Discover now