15. Hermes

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Actualización de casi medianoche!

Qué estoy haciendo aquí, muchos se preguntarán. Procrastinar el plotear el ladrón de mundos y evitar distraerme con shiny new ideas. Tal vez haga otro live estos días en mi instagram SofiDalesioBooks para hablar sobre mis libros y responder todo tipo de preguntas, así que no duden en seguirme! Y amo ver todos sus fanarts y memes, así que en serio háganmelos llegar porque adoro que me tengan riendo en el suelo por horas con sus ocurrencias. Temo que no he sido bendecida con eso.

Como siempre, no se olviden de votar y comentar el cap al final! Creo ya haber dado prueba de que al menos recuerdo los usuarios de quienes comentan más seguido. 

Y he aquí mi pregunta de esta ocasión: de haber estado en el lugar de Cleo, con lo que más deseas como recompensa del robo, hubieras dado tu palabra por Hermes?

Xoxo,

Sofi

***

Estaba soleado en Londres, lo cual debía considerarse algún tipo de milagro nacional. Hermes no había durado mucho tiempo encerrado al ver tal oportunidad. Incluso el aire proveniente del Thames se sentía bien, como sin en realidad no estuviera tan contaminado como el East River. Ambas ciudades debían estar igual de podridas debajo de su superficie, pero al menos Londres podía disimular un poco más con su arquitectura y una cuarentena no tan estricta.

Le tomó un buen rato de caminar por el borde del río, pero finalmente encontró un carrito vendiendo el clásico fish&chips. El aroma no lo atraía tanto como el hecho de que estuviera en su lista de cosas por hacer mientras pretendía ser un turista normal en la capital inglesa. Era una primera vez fuera de New York. Debería haber viajado antes. Haber pensando más en sí mismo y lo que el mundo tenía para ofrecerle, en vez de confiarse en su posición y quedarse en casa.

Una casa que ya no tenía.

Se sentó en el primer banco que encontró libre, intentando alejar los recuerdos sobre la mansión familiar y la voz de su madre reprochándole por comer con las manos. Lanzó una papa dentro de su boca sin importarle aquello. Podía hacer eso, disfrutar de su nueva identidad y comenzar de cero en otro país aunque Cleo Las no dejara de clavar un puñal en la llaga al recordarle su pasado.

No se sorprendió cuando el agente Lincoln se sentó a su lado. Conociéndolo, debía haber puesto su ojo en él del momento en que había pisado de nuevo la ciudad. La CIA era algo que quizás sí extrañaría.

—Me hubieras dicho que teníamos una cita, hubiera escogido un perfume más caro —comentó Hermes—. ¿Debería haberte traído flores?

—Si quieres un consejo, no pruebes el pescado —comentó el agente—. O terminarás echando todo al Thames en unas horas. Los ingleses no saben cocinar.

—O tú tienes un estómago débil —de todos modos, Hermes hizo a un lado el pescado y cogió otra papa—. ¿Mala experiencia?

—No te lo recomiendo para una cita.

—No puedo imaginarte en una relación —admitió Hermes—. ¿Los agentes siquiera tienen permitido eso?

—Tenemos una vida fuera del trabajo, como tú —respondió Lincoln.

—No tienes que disimular, sé que piensas en mí veinticuatro siete.

Hermes le guiñó un ojo. Por un largo momento ninguno dijo nada, como si fueran un par de viejos amigos reencontrándose tras mucho tiempo. Lincoln no vivía en Estados Unidos, pero sí visitaba New York lo suficiente como para molestarlo. Debió haber golpeado su ego, como el de muchos otros antes. Cleo había utilizado la palabra rencor, Hermes prefería el término memorable.

Cinco de OrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora