19. Cleo

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Hola! Buen comienzo de semana!

Durante el fin de semana un unos lectores crearon el grupo "Dalesistas" en Facebook para hablar de mis historias, subir memes, actividades, concursos, etc. así que vayan a buscarlo y unirse. Estoy segura de haber puesto el link en el mensaje que compartí en mi perfil hace unos días. 

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Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final del cap!

Y la pregunta de hoy es: Saben quién preguntó qué en el cap anterior? Si alguien le atina, le dedicaré el próximo.

Xoxo,

Sofi

***

No estaba siendo un buen día.

Había soñado con su madre, lo cual era el equivalente a pesadillas. Se había despertado con su vientre doliéndole por vodka barato. La lluvia afuera no había sumado nada a su ya gris humor. Y prefería no pensar en el ridículo que había hecho al llorar frente a Hermes. Sin contar los mensajes que le había enviado a Dorant en un alcoholico impulso de valentía para decirle que estaba dentro y quería ir a Cross Station.

Debería haber bloqueado su móvil para evitar acciones estúpidas, pero tampoco había creído que tendría tanta mala suerte como para beber casi todas las veces. Tal vez el problema era que había sido demasiado precavida, y había utilizado su pregunta para salvarse en vez de sacar algo de Hermes.

Tampoco deseaba pensar en él. Ya bastante tenía con la mujer que le había dado la mitad de sus genes por ese día. Cleo llevaba una buena racha sin tocar esa herida, pero como cada vez, ahora que se había abierto, sabía que tomaría un tiempo antes que dejara de sangrar. Era su culpa por dejar que le afectara.

No había salido de su habitación desde que se había despertado, intentando entretener su mente planeando futuros robos y revisando los próximos eventos. No necesitaba pensar en esa mujer. Alguien llamó a la puerta cerca de la hora de almuerzo, ella no respondió. Tal vez, si guardaba suficiente silencio, creyeran que no estaba. Era una tontería, lo sabía, pero no se sentía como para enfrentar nada ese día.

Lo único que le evitaba renunciar ahora mismo y regresar a su casa era el ver las imágenes de las joyas e imaginar el peso de todas ellas en sus manos. Las fotografías no eran tan buenas como habría deseado, pero de nuevo, las joyas siempre habían estado en manos privadas y dudaba que alguien fuera de sus propietarios en realidad supiera cómo lucían. Cinco millones de libras eran centavos comparado con el verdadero valor de las joyas, aun así Cleo no creía que la historia debiera ser pagada.

¿Por qué los demás criminales no se podían conformar con robar otras cosas? Dentro de su círculo, nadie se atrevía a coger algo que fuera del interés de ella. Le había tomado tiempo, pero había logrado imponer su voluntad. A base de robos, insinuaciones, incluso la mano de Dorant sobre su hombro. Su padre siempre le había dicho que era afortunada de haber nacido mujer, eso significaba que los hombres la subestimarían y no había nada tan conveniente para una chica lista como eso.

Que pensaran que era tonta, y superficial, protegida por algún amigo poderoso, en vez de siquiera sospechar la realidad. Era capaz de todo. Era mejor que cualquiera de ellos, y sin necesidad alguna de manchar sus manos o andar haciendo amenazas por allí. Y no permitiría que un grupo de jóvenes sin clase le hicieran sentir menos.

Suspiró y terminó por apagar su móvil de trabajo ante los insistentes mensajes de Siri. Que el universo se vengara si lo deseaba, merecía un día libre. Culpó a su mala noche, nada para despertar mal como un pésimo sueño. Y allí no había qué para distraerla. ¿Era todo eso una prueba para ver cuán fuerte resultaba su voluntad? ¿Su precio a pagar para obtener las joyas del Nilo?

Cinco de OrosWhere stories live. Discover now