27. La esperanza

35K 4.2K 1.8K
                                    

Capítulo Veintisiete

La esperanza

Me senté en la lápida.

No había parado de llorar desde que había llegado.

—¿Cuándo va a parar, papá? No lo soporto, no puedo seguir viviendo de este modo. Es que siento que me estoy ahogando cada vez más y temo no poder salir a flote.

En un acto desesperado me comencé a sobar el pecho para detener el dolor. No sé cuantas veces lo había intentando antes pero aún así lo seguía haciendo.

Tenía que existir algo que me aliviara el dolor.

Mi corazón seguía intentando asimilar todo lo que había pasado con Alex afuera de mi casa. Y las imágenes de todo lo que habíamos vivido llegaron a mi cabeza en forma de flashes. El primero fue cuando me había golpeado con el balón, desde ese momento había notado que él sería un completo dolor de trasero. Y, sin embargo, no dude en entregarle mi corazón a ese cretino. Porque yo me había dado cuenta que había algo más, y lo hice cuando recordé que me había traído una bolsa de hielo.

Esa había sido su disculpa.

¿Por qué? Porque así era Alex, no era ni actuaba como las demás personas solían hacerlo. Él siempre intentaba ser diferente en cada cosa que hiciera, no importaba que tan mínima fuese esta. Lo terminaba haciendo. Hasta la manera en la que se había enamorada de mí, ¿qué clase de persona masoquista se enamoraba de alguien que lo trata mal y cada que puede lastima su ego? Porque es lo que estuve haciendo yo todo este tiempo, intentar darle con todo lo que tenía sin saber por todo lo que había estado pasando y que era su manera de distraerse. Aunque nada justificaba sus acciones, pero no podía negar que lo hacía reír con todas mis tonterías. Hacía sus cargas más amenas y lo ayude sin si quiera tener alguna idea. Y después vino el recuerdo de nuestro primer beso. Si que éramos raros.

Hasta eso había sido fuera de lo normal.

Pero, ¿qué cosa había sido normal entre nosotros?

Ninguna.

Todos los recuerdos me hicieron sentir abrumada, y saber que ya no habría más de esos me destrozaba. Era como había pasado con papá, él ya no estaba para hacer más.

Me giré para ver su nombre grabado en la lápida.

—Perdón, ya sabes, por no haber venido a verte en todo este tiempo. Pero es que simplemente no podía. Me dolía el saber que estabas aquí, y que no te pudiese ver, abrazar o escuchar. Te juro que no hay día en que no te extrañe cada vez más, solo espero con ansias que nos volvamos a encontrar. Que podamos platicar de cualquier tema sin aburrirnos y que me llenes de los consejos que solo tú sabías darme. Te extraño tanto que me duele saber que aún me faltan más años que vivir sin tu compañía.

Me pasé el dorso de la mano por el rostro.

—Si estuvieses aquí, sabrías qué hacer con todo lo que le está pasando a mamá y me aconsejarías sobre cuál es la mejor manera de curar un corazón roto. ¿Sabes? Yo sabía que algún día iba a pasar, que no podía tener a Alex conmigo por siempre y me había hecho a la idea, solo nunca pensé que fuese tan pronto y que dolería como dolió. Es algo tan profundo, que sientes que tu corazón puede dejar de latir en cualquier momento. Aunque tal vez ya sabe algo de eso, muchos dicen que a todos en algún momento de nuestra vida nos han roto el corazón.

Esto no es un cliché, ¿o sí? Where stories live. Discover now