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Un golpe de suerte

Alex

Nunca me había hipnotizado una risa pero, de alguna forma, la suya lo había logrado. Me permití admirarla desde mi asiento, estaba con mis amigos desayunando en la cafetería, ella estaba riéndose de algo que le estaba diciendo su mejor amigo. Se preguntaran cómo es que sé algo así, y no me avergüenza decir que, esta no es la primera vez que la observó desde la distancia. Es uno de mis pasatiempos favoritos cuando estoy en la escuela.

Me quedé embobado al ver como su pequeña nariz se arrugaba y sus ojos se hacían pequeños. ¿Qué podría estarle contando que le causará tanta gracia? Sentí una pequeña opresión en mi pecho y, por un momento, deseé ser yo quien la hiciera reír de esa forma. Sentí celos.

—Te atrapé —anunció Caleb.

Rasqué una de mis cejas.

—No sé de qué estás hablando —bajé la mirada a mi bandeja de comida intacta. Se supone que debería estar comiendo, sin embargo, cierta castaña tenía toda mi atención, igual que siempre. No pensaba admitirlo.

—¿Volveremos a eso de la negación?

Agarré una papa frita y me la llevé a la boca.

—Ya deberías darte por vencido, sabes que no te diré absolutamente nada —dije con indiferencia.

Caleb se recargó en la mesa, y me estudio en silencio.

—¿Te da miedo que vaya de soplón con ella?

—¿Ella?

—Sí, esa chica castaña de cabello corto y ojos azules, la que tiene pinta de chica mala. ¿Es mejor amiga de Leonardo, no? Si tanto te gusta, ¿por qué no le pides que te ayude con ella? Estoy seguro que no se negaría, eres el capitán del equipo de baloncesto, después de todo.

—Su nombre es Mackenzie, ¿y eso qué tiene que ver?

—Que tienes cierto poder sobre él —añadió.

Tenía que estar bromeando.

—No tengo poder sobre nadie, y eso sería muy abusivo de mi parte. Además, no necesito la ayuda de nadie en nada.

Caleb resopló.

—Solo era una sugerencia.

Me colgué la mochila al hombro.

—Pues nadie te la pidió —me levanté, y empujé la charola para dar a entender que el apetito se me había esfumado.

Mis compañeros de equipo no tardaron en arrasar con los restos de comida que había en ella. Me encaminé hacia las puertas de la cafetería, y antes de salir, la observé por el rabillo del ojo. Tal vez no debí ser un idiota, Caleb solo buscaba ayudarme, es solo que no quería hacer eso.

Nunca había utilizado mi puesto para un beneficio propio fuera de la cancha, y esta vez tampoco sería la excepción.

Sé que podría escucharse demasiado cliché para mi gusto, sin embargo, ella era una de las chicas que no se había tirado a mis brazos. No lo entendía, siempre iba a los entrenamientos, y la había atrapado viéndome. ¿Es que solo había sido por accidente? Lo dudaba, no lo hubiese hecho cada que tuviese la oportunidad. Entonces, ¿qué la frenaba para hablarme? En más de una ocasión llegué a pensar que tenía algo con Leo y eso era lo que la frenaba.

Esto no es un cliché, ¿o sí? Where stories live. Discover now