Ya habíamos llegado a la casa de mi abuela, el viaje fue malditamente agotador, está lista para acostarme y dormir, aunque fueran las dos de la tarde, Anna estaba conversando con mi abuela.
No sé en qué momento me dormí, pero cuando desperté ya era tardísimo. Anna me mira sonriente, muy sonriente…su sonrisa da miedo.
- ¿Qué pasa?
-Nada –dice, aun sonriendo como maniática.
- ¿Por qué sonríes de esa manera? Me estás dando miedo.
- ¡Deberías verlos! –grita emocionada.
-Dios mío, ¿Estas bien?
-Estoy perfecta, ¿Los has visto?
-No sé de qué diablos me estás hablando.
-Esos chicos, los que trabajan para tu abuela.
- ¿Qué? ¿Qué chicos?
-Son tres y están jodidamente bueno, lo juro.
- ¿Todo esto, por unos chicos?
-Lo dices como sí no fuera nada, dios mío. Casi me da un orgasmo con solo verlos.
-No sé porque esto no me sorprende…
- ¡Mackenzie! Enserio, no sé cómo puedes estar tan normal, esos chicos están calientes, y no estoy exagerando.
-Déjate de decir estupideces, estas delirando.
-No estoy… -se interrumpe por Rose, que entra en la habitación con una sonrisa gigantesca.
- ¿Habéis visto a esos chicos? –pregunta, sentándose al lado de Anna.
-Yo sí –grita emocionada Anna- Están malditamente calientes.
- ¡Sí! Yo les doy…
-Parecen perras en celo –les dije, me miraron con una ceja alzada
-Es porque no los has visto.
-No me interesa, déjenme dormir –me volví a acurrucar en la cama, lista para dormir.
-Ella solo tiene ojos para el idiota de Nathan.
-Lo sé –susurra Rose-Y te juro que no sé qué le ve a ese desgraciado, tantos chicos buenos, y ella se queda con la basura que sobra.
-Sí, esta ciega, pero ya verás mañana cuando los vea…
-Las escucho ¿Lo saben, no? –les dije abriendo los ojos, ellas me miraron con una sonrisa inocente.
