Capítulo 41

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No perdí el tiempo, en cuanto terminó la incineración de Kevin me dirigí a su casa. Lo único que tenía que llevarme de allí era la espada de mi padre, me la colgué a la espalda y me fui.

Caminé por el prado hasta llegar casi a la salida. Allí había muchos ángeles. La mayoría era gente con la que había colaborado reconstruyendo las casas y cuidando a los enfermos, y los demás era a la gente que ayudé.

Fueron dándome ánimos para la gran batalla que se acercaba.

-¿Nos vamos?- Preguntó Miguel. Me iba a acompañar todo el recorrido de esas largas escaleras.

Yo asentí y procedimos a bajarlas. Me acordé de Julia y los demás, hice un cálculo rápido, más o menos no habrían pasado más de 7 minutos. Al menos esta vez no me cansé nada, y rápidamente llegamos abajo. Nos paramos en el último escalón.

-Buena suerte Jennifer.- Dijo Miguel cogiéndome las manos.- Ten mucho cuidado.- Se le notaba la preocupación en los ojos.

-Lo tendré, cuídate Miguel.-

Bajé el último escalón, me giré pero ya no estaba, aunque claro, para él ya había pasado una hora. Miré en frente de mí. Jack se había girado y estaba hablando con Julia y Christian.

Salí del árbol, Julia fue la primera en verme y corrió hacia mí y me dio un abrazo.

-Con cuidado.- le dije ya que tenía varias quemaduras y cortes en los brazos.-

-¿Pero que ha pasado? De repente desapareciste.- Se separó y me miró de arriba a abajo extrañada.

Jack llegó y  cogió mi rostro con sus manos.

-¿Qué ha pasado?- Me dijo nervioso.- Primero desapareciste como si nada, luego llegaron esos demonios y con la misma que atravesaron el árbol volvieron a salir al segundo. No entiendo nada.-

-Es difícil de explicar...-

Les fui explicando paso por paso lo que me pasó desde que entré en el árbol.

-Así que nos queda una semana.- Dijo Christian pensativamente.- ¿Crees que estamos listos?- Preguntó.

-Yo... no lo sé, espero que sí.-

-Claro que sí, nos hemos preparado mucho para esto, sin duda ganaremos.- Dijo Jack animadamente.

-¿Qué haremos hasta que llegue el día?- Preguntó Julia.

-Intentemos relajarnos un poco.- Sugerí yo.

-Será lo mejor... no nos servirá de nada estresarnos entrenando y pensando en el combate, es mejor relajarnos.- dijo Jack.

Fueron pasando los días, intentamos hacer algo de turismo, relajarnos, pensar en algo que no fuera el combate, aunque fue casi imposible.

A la mañana del día acordado nos dirigimos hacia el bosque, por alguna razón no había ni una sola persona por los alrededores.

-Aquí pasa algo raro.- Le dije a Jack.

-Sí, también lo he notado.-

Llegamos al descampado. No había nadie a excepción de una persona justo en medio. Esa persona se acercó a nosotros.

-Sois los primeros en llegar.- Nos soltó sin más.

-¿Cómo?- Dije algo desconcertada.

-Seré el juez de este encuentro, en cuanto lleguen los demás os explicaré en qué consistirá.-

-¿Crees que es de fiar?- Me dijo Jack en mi oído.

-No lo sé la verdad.-

A los pocos segundos llegaron los otros. Mi madre nos miró de arriba abajo y luego su mirada se centró en la persona desconocida.

-¿Y tú quién eres?- Le preguntó de mala gana.

-Seré el juez de este encuentro.- Dijo repitiendo lo mismo que nos dijo a nosotros.- Procederé a explicaros. Solo hay dos normas, la primera: Cada persona luchará con otra de su misma especie, hunters con hunters, lobo con lobo... y la segunda, no se puede interferir en otro combate, solo si has acabado con tu oponente o éste no puede seguir peleando. Además no tendreís que preocuparos por las personas que puedan entrar, mi equipo se ha encargado de que el bosque esté cerrado y hay una barrera que no deja pasar el sonido-

Miré detenidamente a las personas que estaban allí. El hunter, como me esperaba, era Patri, el humano era un chico, no mucho mayor que nosotros, pero mi sorpresa fue con el hombro lobo...

Un torbellino de imágenes llegaron a mi cabeza, intentando que algo encajara. Reconocí a ese hombre lobo, sabía quién era, lo conocí años atrás. Saqué la espada de la funda y me iba a abalanzar contra él, pero Jack me sujetó y me lo impidió.

-¿Estás loca?- Me dijo.- ¿Qué haces?

-¡Suéltame!- Le grité.

-Señorita, si incumple las normas, todos los demonios bajo el mando contrario podrán atacarles tranquilamente.- Miró a los demás.- Eso va también por ustedes.-

Yo me serené un poco, pero seguí con mi espada en la mano.

-¿Se puede saber qué intentabas hacer?- Me preguntó enfadado.

-Matarle.- Dije tranquilamente.

-¿Por qué?-

-Él ayudó a matar a Roxanne y a casi acaba con la vida de mi padre.-

Hunters (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora