CAPÍTULO 13 (reescrito)

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—No lo entiendo.

Miré a Elihah a los ojos. Estábamos en el salón de su casa, el mismo que había sufrido desperfectos durante la fiesta de hace unos días. Sin embargo ahora se encontraba limpio y ordenado. Y olía a vainilla.

—Te seré sincero —contestó—. Yo tampoco.

Ambos nos echamos a reír. Estaba intentado ayudarme con latín, pero entre que yo era malísima con la asignatura y él no la cursaba, todo aquello se convertía en la combinación perfecta del desastre.

Al menos su sonrisa era bonita y me animaba.

Nos miramos a los ojos unos segundos y sentí que algo cosquilleaba en mi interior. Estábamos sentados en el sofá, con los apuntes esparcidos sobre la mesa de café y unos bocadillos de jamón y queso a un lado, todavía sin tocar. Nos los había traído su padre en un intento de entablar conversación, pero su hijo le había echado con rapidez.

—Voy a dejar latín por arte.

Su boca se ensanchó aún más, y me dio la impresión de que estaba más cerca de mí.

—Creo que no funciona así —comentó—. Tendrías que cambiar la optativa de segundo grado por arte, esta solo la puedes cambiar por tecnología.

De hecho, estaba más cerca de mí.

—Oh, eso sería horrible —bromeé.

Y, cuando por fin nuestros labios parecían estar a punto de encontrarse...

Me aparté.

No sé que pasó por mi cabeza. Tal vez pensar que no estaba preparada. Todo era demasiado artificial y demasiado dirigido. Su padre seguía en la cocina y la puerta estaba cerrada. El aroma a vainilla demasiado fuerte. Los bocadillos sin tocar. La escena muy trabajada... Y que mi corazón no latía tan rápido como esperaba por él.

Oh, y Keith.

Keith mirando desde una esquina con aspecto de aburrido. Eso bajaba el romance a los suelos.

¿NO PODÍA UNA TENER INTIMIDAD O QUÉ?

Amigo, ¡lárgate! ¿Cómo se supone que voy a tener mi primer beso con un espectador inoportuno al lado? Fue culpa mía, por preguntarle si quería venir. Ahí le di la opción de acompañarme, una que no debería existir.

Elijah recuperó la compostura con rapidez. Agarró el bolígrafo que estaba sobre la mesa y me apuntó con él.

—La semana que viene doy una fiesta.

—¿Otra? —Dijo una voz cerca de nosotros.

Intenté con todas mis ganas no lanzar una mirada a Keith. Eli era famoso por dar fiestas cada dos por tres en el instituto, y por alguna razón eso le molestaba.

—¿Te apetece venir? —Terminó de preguntar.

Me incorporé de un salto, aunque en realidad no era lo que debería hacer. No en una situación normal, con un chico como Eli intentando besarme e invitándome a una fiesta.

Dios, nunca encajaría en la vida.

—Tengo que irme a casa —murmuré mientras recogía las cosas a toda prisa—. Gracias por ayudarme con latín, yo...

La mano de Eli atrapó la mía mientras el discurso sobre "lo siento por ser una imbécil" se encaminaba a "huye de esta loca antes de que sea demasiado tarde". Frené en mi huida, todavía con un bolígrafo azul en la mano.

—Perdón si me he pasado —dijo con sus ojos mirando fijamente a los míos.

Tragué saliva y regresé la mano hacia mí.

El sexy chico invisible que duerme en mi cama  © | REESCRIBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora