Capítulo 6

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Cleo vagaba junto a Dominic por las oscuras calles de Seattle sin ninguna otra alma a la vista. Eso podía ser a causa de la lluvia que la calaba hasta los huesos, también influía que se habían alejado de la zona segura de la ciudad. No era muy prudente caminar solo por la noche si no era por las aglomeraciones de humanos, el único sitio donde los demonios respetaban a la sangre fresca, había demasiados cómo para que se convirtiesen en presas fáciles. Mejor no arriesgarse, siempre quedaban temerarios que se deslizaban furtivamente por sus territorios, volvían a sus casas sin saber que los observaban y, a pesar de temidos, la Patrulla Oscura no podía estar en todos los rincones de la ciudad. Dominic parecía no tener claro hacia donde iba pero tampoco paraba. No la había dejado llevar un paraguas, quería que sus manos estuviesen libres para cualquier cosa que pudiese pasar. Claramente, nada bueno ni agradable tramaba.

– ¿Vas a decirme de una vez nuestro destino? – le preguntó, ya harta de caminar sin rumbo. Dominic la ignoró y continuó su marcha. Sólo llego hasta el final de la acera, donde se detuvo. Mientras observaba lo que la esquina escondía a los ojos de Cleo, intuyó en él una sonrisa.

– Ya hemos llegado – la miró. Estaba en lo cierto, parecía feliz –, es incluso mejor de lo que me hubiese imaginado.

Curiosa, Cleo se acercó hasta su posición y desvió su mirada hasta el mismo punto que él. Sin pretenderlo y sintiéndose luego culpable dio un salto hacia atrás, chocando contra el cuerpo de Dominic al ver lo que le esperaba. Un lagarto gigante buscaba entre varios contenedores, a falta de carne.

– Es un Moloc, un demonio lagarto – Dominic le quiso dar unas clases de Demonología – tienen unos dientes tan afilados que pueden cortar el acero.

– Sé que es un Moloc – le respondió – he vivido en la calle. No son muy peligrosos, se los clasifica como molestos pero son fáciles de matar.

– ¿Ah, si? – la miró divertido. Sacó de su espalda una pequeña daga – demuéstramelo. Hala, es todo tuyo.

– ¿Me sacas de casa para esto? ¿Cuantas pruebas más necesitas para aceptarme? Y, ¿no tenias algo mayor? ¿Es que quieres que me lo cargue o que lo cape?

– Menos preguntar y más pelear – estaba seguro, se estaba divirtiendo a su costa – Eh, bicho, alguien quiere decirte algo – gritó para alertar al Moloc. El lagarto les vio y desplegó la piel de su cuello a la vez que producía un sonido chirriante. Cleo se acercó hasta el reptil, maldiciendo por lo bajo a Dominic que estaba a una distancia prudente. El agua le dificultaba la visión, lo bueno era que al Moloc también. No pensaba dejar que ese bicharraco la dejase mal frente a él, había luchado duro para demostrarle que no jugara con ella y esta podía ser su prueba de fuego. Si jugaba bien sus cartas, estaba segura de que no la importunaría más y le mostraría el respeto que se merecía. La lagartija gigante se lanzó a por ella con rapidez, no lo suficiente como para evitar que diese un salto y acabase en su lomo. El demonio enfurecido comenzó a contorsionarse, deseando hincarle el diente a tan suculenta presa. Cleo aguantó los feroces movimientos, avanzando por su espalda hasta llegar a su cuello. Sabía que la mejor manera de acabar con un Moloc era decapitándole, algo un poco difícil con ese cuchillito que Dominic le daba. Cambió de idea, eso le era imposible. Aprovechó un breve descanso del bicho para asir con las dos manos la daga y se la clavó en medio de la cabeza. El Moloc lanzó un fuerte alarido y se desplomó en el suelo, dejando delante de su cabeza un río de sangre. La ejecución no podía haberle ido mejor a Cleo, acabó con su vida en el primer golpe y con un tiempo increíblemente corto. Recogió el arma del cráneo destrozado del reptil y se dirigió hasta la posición de Dominic. Se acercó mucho más de lo que debería, dejando ínfimos milímetros entre los dos, casi inapreciables. Cleo buscaba incomodar al señor inalterable, rozando su piel mientras le miraba a los ojos, pero estos seguían igual. No se amilanó, lo iba a lograr tarde o temprano, sea como sea.

– ¿He aprobado, profe? – le lanzó su desafío al verle sonreír. Si la mirada de Cleo buscaba atacar mentalmente a Dominic, la de él no era menos.

– No esta mal – abrió al fin la boca – aunque te has dejado un pequeño detalle.

– Siempre hay algo mal para míster perfecto – exclamó enfadada. Lo había hecho como nunca, esto ya era criticar por criticar – ¿Que le falta al señorito? ¿Te tengo que hacer un abrigo con su piel?

– Únicamente tendrías que recordar que los Moloc nunca están solos – un aullido instantes después corroboró a Dominic. Provenía de su espalda y sonaba mucho más amenazante que el primer Moloc. Antes de poder reaccionar, Cleo ya estaba entre los brazos de Dominic, apretada contra su imponente cuerpo. Su respiración se cortó y todo su organismo se paralizó a la vez que escuchaba el sonido de su corazón, de tan juntos que estaban. La había apretado contra él para protegerla del nuevo Moloc. Cleo miró a la reciente amenaza, este era mucho más alto que el otro, posiblemente fuera el macho de la pareja. Tras acercarse a su difunta amante, el Moloc gruñó y les miró con los ojos fieros y los dientes preparados. Se acercaba rápidamente hasta su posición, Dominic no hacia nada. Cleo intento zafarse de su abrazo, quería salvar su vida pero el patrullero se lo impedía. No podía ver esto, escondió la cabeza en el pecho de Dominic esperando la muerte. Jamás se hubiera imaginado así, muerta entre los brazos de un suicida por un demonio de clase baja. Dentro de ella se convirtió en una forma bella de morir.

Un ruido sordo detuvo los pasos del Moloc macho a pocos centímetros de ellos. Sabía lo que era, un disparo. Cleo volvió la vista para ver al segundo Moloc en el suelo, con una bala entre los ojos. Dominic había esperado hasta el último instante, la cola del reptil rozaba su pierna. Suspiró aliviada aún abrazada a su salvador, a pesar de que le fastidiaba admitirlo. Ese loco si que había conseguido asustarla.

– ¿Tenias miedo? – le preguntó Dominic. Carraspeó antes de contestarle. Le dolía expresar lo que sentía.

– Quizás un poco – admitió – y no me ayudó nada que me inmovilizases. Podría haberme defendido sola.

– Hubieras corrido y eso significaría tu fin – le sujetó la barbilla y la alzó. Cleo volvió a ver los fríos ojos de Dominic. No mostró nada en ellos que no quisiera, como siempre. Era imposible que de verdad fuera tan impasible mientras que ella quedaba hipnotizada, intentando conocer la verdad sobre una persona indiferente y desconocida – en la Patrulla Oscura nos cuidamos los unos a los otros y jamás nos rendimos. Debes recordar esto siempre, no de donde provengo. Somos iguales, vivimos como resistentes y créeme si te digo que me cuesta tratarte como Cleo, no como una Noctámbule. Pero lo hago y tú también debes hacerlo si queremos sobrevivir en la lucha – su tono era serio, sin ningún ápice de broma. Cleo se apartó de sus cautivadores ojos, no quería que viese lo herida que se sentía por su desconfianza. Sin embargo, le entendía. Como había dicho, ambos eran iguales.

– Ya me quedó claro antes que no eres un Nemhain – se apartó de él, de su cálida presencia. No se percató de que las manos de Dominic la acariciaron hasta el último instante – la pulmonía que tendremos mañana será innecesaria.

– Ah si, la lluvia – parecía no recordarla, aunque el fino género de su camisa traslucía su morena piel. Sin leer sus ojos, Cleo creyó verlo algo desorientado, sin saber donde tenía la cabeza – estoy seguro de que eres una chica fuerte.

– Te lo acabó de demostrar – fanfarroneó – la próxima vez dime que tenias una pistola.

– Es que no te la iba a dejar – volvió a lanzar su sonrisa. Antes de dejar salir sus instintos, se giró dándole la espalda – ¿donde vas?

– Me vuelvo a casa – le dijo antes de comenzar a andar. Dominic no la detuvo – nos vemos mañana si puedo salir de la cama.

– Si te pasa, puedo ir a darte calor – Cleo solo le contestó levantando su dedo corazón antes de coger un taxi. Dominic prefirió volver andando, reflexionando sobre las ideas que rondaban en su mente. Tenía miedo de lo que acababa de pasar, algo de lo que Harper no se había dado cuenta. Estuvo a punto de perder el control de sus emociones en el momento que acercó a Cleo a su piel para protegerla. No sabia que olía tan bien ni se imaginaba que tenerla tan cerca le agradaría tanto. No podía dejarse llevar así por esa novata, no era bueno para el trabajo. Ahora, volvería a casa para darse una ducha fría y nunca más volvería a estar tan cerca de perder los estribos. Querer a alguien de verdad siempre le traía dolor y esto no volvería a ocurrir.

Oscura Redención (Acabada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora