11.

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Se encontraban frente a frente. Avanzaban con paso decidido el uno hacia el otro.

- No haces más que decir “estás equivocado, yo tengo razón. Luchemos” – él la miraba de arriba abajo lleno de reproche.

- No importa cuánto lo intentemos, tenemos demasiada historia, demasiadas notas malas en nuestra sinfonía.

- Déjame vivir según mi decisión – él le sujetó una de sus muñecas con la mano sin dejar de mirarla a los ojos mientras hablaba.

- No pienso permitir que el tiempo te queme lentamente – ella lo miró agachando la cabeza y levantando la mirada, mientras con un suave movimiento de sus dedos, una llamarada lamió su mano haciendo que él la soltara bruscamente.

- Luego rezarás.

Ella profirió una sonora carcajada al escucharle y mirándole con una mueca casi demoníaca, habló en tono de burla.

- Oh, ¿en serio rezarás?

Ella se apartó bruscamente de él con un empujón que lo desplazó varios metros hacia detrás, impactando contra un coche que todavía permanecía intacto. Una mueca de dolor cruzó su rostro, pero se incorporó e intentó defenderse con un tubo de hierro que encontró en el suelo, no muy lejos de dónde se encontraba.

Ella, al darse cuenta de lo que pretendía, permaneció inmóvil por un segundo. Iba en serio, si tenía la oportunidad, acabaría con ella. Había terminado todo.

Acto seguido, todo lo que se encontraba a sus espaldas estalló en llamas, las ventanas de los rascacielos volaron en mil pedazos y una lluvia de pequeños fragmentos de cristal cayó sobre ellos, tan pequeños, que ni se inmutaron. En ese momento sólo tenían una cosa en mente: ella, capturarlo; él, intentar recuperarla a pesar de todo.

HurricaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora