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Cuando quiso darse cuenta, se encontraba con ella en una habitación tenuemente iluminada por una escasa aunque excitante luz amarillenta, que daba al lugar el ambiente idóneo para entregarse a la pasión. Sobre una gran cama vestida de rojo, ella tomaba el control. Lo empujó lentamente, dejándolo caer sobre aquel lecho en el cual ambos se entregaron al placer sin ninguna clase de medidas.

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