El León y la Serpiente. [Draco/Hermione. Dramione. Harry Potter]

Bromas y Partida.

Bromas y Partida.

Capítulo dedicado a Ivannitta: me alegro que te haya encantado!

Hermione lo observó incrédula, sin poder siquiera pestañar. Él le sostuvo la mirada paciente, pero sintiéndose inseguro. El viento jugaba con el cabello de ambos y hacía danzar las hojas, siendo éste el único sonido que se podía apreciar.

-Entonces... ¿Qué me dices? ¿Vendrías conmigo? - inquirió luego de unos minutos. La chica jugueteaba con sus labios nerviosa.

-Yo...no se, verás... Draco. - murmuró su nombre con un suspiro.- Esto no esta bien.

El chico frunció las cejas, confuso y aturdido. Habría esperado gritos, cosas volar e incluso un silencio de muertos, pero jamás aquello. ¿A que se refería cuando decía que no estaba bien?

-¿Qué quieres decir?

Ella hizo silencio y bajó la mirada. No hacía falta ser muy inteligente para saber que nadie aprobaba su relación, y más aún sus padres. ¿Que iban a decir estos cuando la vean traspasar su puerta de bienvenida? ¿Cómo iban a actuar? Ella no estaba en condiciones de pasar un mal rato, pero ¿cómo podía hacérselo entender a Draco?

-En el sentido de los chismes y acciones. - explicó como mejor pudo.

-¿Te refieres a mis padres? - la chica no dijo nada, él suspiró. - Si, está más que claro que te refieres a mis padres. Mira, por eso no tienes que preocuparte; ya verás que les encantará tu compañía.

Ella levantó la vista y puso los ojos en blanco.

-¿Tengo cara de idiota? Sé que nunca pensarán eso, o ¿acaso hoy ambos te dijeron que estoy cordialmente invitada a su casa para pasar la navidad?

Draco se acomodó el cabello con las manos y se apoyó a la columna del pasillo. La oscuridad teñía al lugar, pero la luz de la luna alumbraba el rostro del chico, dándole un aspecto siniestro.

-No, no lo han hecho.- reconoció sin sentirse derrotado. - Pero podemos hacer que cambien de opinión. Ellos ya intentaron hacer que rompa contigo, ahora es mi turno de lograr que te acepten.

-No funcionó contigo- dijo ella, con el corazón hinchado de orgullo y una sonrisa en la cara por lo que su novio acababa de decir. - ¿Por qué crees que ellos si cambiaran de parecer?

El rubio se unió a la sonrisa de su chica y se le acercó vagamente, agarrándole tiernamente las manos.

-Alguien tiene que ceder. - le murmuró quedamente, rozando sus labios y depositándole un beso en la punta de la nariz. - Y no estoy dispuesto a perder. Nunca pierdo.

Ella se sonrojó y clavó sus ojos en los de él, rodeándole el cuello con las manos y jugueteando con sus cabellos dorados.

-Ese es mi león. - susurró sarcásticamente. Él rompió a reír.

-Si, soy tu león. - Hermione se unió a su risa, mientras que él apoyaba su frente en la de ella.

Al día siguiente de los hechos, todo el colegio se encontraba entusiasmado por la idea de partir y volver a sus familias, comer un rico pavo y abrir muchos regalos. Pero ese no era exactamente el caso de Hermione, que se hallaba guardando unas prendas en su mochila mientras Ginny la miraba acusadoramente.

-¿Lo dices en serio? ¿Esta segura? - preguntó por enésima vez. Ginny era de esas personas que insistían todo el tiempo.

-Si Ginny. - respondió ella.

-Bueno, ya lo sabes entonces. Siempre eres bienvenida a nuestra casa. Sirius también vendrá. - comentó distraídamente, mirándola de reojo para ver si cambiaba de opinión. Hermione ni se inmuto. Aunque se moría de ganas por ver al padrino de Harry, no podía plantar a Draco, aunque se muriera de nervios y miedo. No, ella no podía hacerle eso a su novio. Hizo orejas sordas y siguió acomodando sus cosas. Ginny desistió y abandonó el lugar.