Thank you, Chuuya.

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— ¿Chuuya? — Susurró tembloroso.

El nombrado, sin exaltarse, miró con tranquilidad y cariño a quién tenía al frente tomando sus manos.

— ¿Sucede algo? — volvió a preguntar en voz baja. Sentía que el corazón se salía por la boca.

Y es que el juez, quién había estado diciendo los votos en inglés (para mayor entendimiento de los presentes al ser extranjeros en Francia), ya le había hecho la pregunta a Nakahara Chuuya hace unos largos y tortuosos segundos.

Parecía que el pelirrojo estaba ausente. Porque se veía demasiado tranquilo pero aún así, no dejaba de mirar a Dazai con amor.

La gran sala ceremonial se llenó de tensión. Se escuchaba el murmullar entre los invitados preguntando qué ocurría allá en el altar y por qué Chuuya aún no decía aquello que se supone debía decir.

Chuuya no quería ser cruel al tomarse su tiempo, pero no podía evitar apreciar con tranquilidad todo a su alrededor, y pensar que todo había pasado demasiado rápido para su gusto. 

Le enternece notar las manos de Dazai agarrar las suyas con un temblor demasiado notorio para alguien que trabaja en la Mafia, le encanta cómo sus trajes marfil hacen juego con algunos detalles en elegante negro, le gusta pensar que de ahora en adelante tendrá una vida de casados con Dazai.

Entonces, suelta una melodiosa risa y vuelve la mirada a Dazai, quién, luego de salir de su expectación, le sonríe con nerviosismo.

Ríe porque Osamu acaba de aceptar soportar su temperamento y sus manías todos los días, y porque él, está por aceptar soportar a Osamu y todas sus excentricidades hasta que la muerte los separe.

— Acepto. — Dice fuerte, claro y entusiasta. Tanto, que sus ojos brillan con claridad.

Se escucha soltar un suspiro colectivo de parte de todos los presentes.

Atsushi, quién debe acercarse a los mayores para hacer entrega de los anillos de boda, siente que su alma vuelve al cuerpo, y termina por sonreír mientras avanza hacia los novios con una elegante caja rectangular aterciopelada en rojo, la cual es, tal vez, demasiado grande y exagerada para portar dos objetos tan pequeños, aunque importantes.

— Extrañaré los anillos de compromiso — susurra Chuuya, mirando dicha argolla en su dedo anular, la cual está siendo quitado por Dazai.

— ¿Crees que yo no? Estuve con él alrededor de ocho años y costaron el triple de mi salario.

Chuuya bufa entre una sonrisa.

— Qué inoportuno.

— Por cierto... — Habla, una vez que ya ha tomado entre sus dedo el anillo de bodas, listo para ponerlo en el dedo anular de Chuuya — No has visto nuestro anillo de bodas...

Y así era, Chuuya se había ocupado de la mayoría de las cosas junto a Kouyou, sin embargo, Dazai quiso ocuparse de los anillos. Chuuya aceptó, porque admitía que el castaño había tenido muy buen gusto en sus anillos de compromiso.

Sus ojos azules se abrieron con sorpresa, y sintió unas inevitables ganas de reír a lágrimas de la gran felicidad que sentía; Dazai había puesto el anillo en su dedo anular y ahora podía verlo.

Era un anillo personalizado, y al contrario de su argolla de compromiso, el cual era de oro blanco, este era de oro rosa, y lo que más le llenó de regocijo el corazón, fue ver dos piedra preciosas juntas; un zafiro azul, y un diamante color coñac.

— Sigues siendo igual de cursi — Miró la argolla con cariño.

— Pero me gustan esos colores, más si están juntos, como nosotros ahora.

𝚁𝚎𝚌𝚒𝚙𝚛𝚘𝚌𝚊𝚕 • Soukoku • FinalizadaWhere stories live. Discover now