That day - seven (1/5)

10.9K 1.2K 551
                                    


— Mori-san...

— Oh, Dazai-kun. Qué extraño verte en mi oficina por tu propia voluntad. ¿Sucedió algo con Chuuya?

El pequeño castaño de siete años, lleno de vendas y mirada estoica para la edad que tenía, solo asintió a las palabras de aquel hombre que le entrenaba para ocupar su lugar en un futuro.

— Él tiene mi misma edad. Sabe escribir y leer pero es muy lento.

Mori observó la seriedad del niño.

— Bueno, tú has recibido clases de historia, literatura y matemáticas desde los cinco por razones que ya sabes. Las cosas afuera son diferentes, Dazai-kun.

— Pero los niños de afuera también estudian. He estado hablando con él y me afirmó que todo lo que sabe, fue gracias a sus padres. Él nunca fue a una escuela.

El jefe de la Port Mafia acarició su barbilla con los dedos en señal de estar evaluando la situación.

— ¿Estás seguro que no quieres que lo entrenemos para la Port Mafia? Podría ser tu compañero y formar una buena pareja de combate. Aún es pequeño y podemos moldearlo para ser un buen miembro.

— No quiero. — contestó seco.

Mori soltó una risa ante la respuesta que no fue reconsiderada ni siquiera por un segundo.

— Así que realmente te has obsesionado con el muchacho. Es tuyo, Dazai-kun. Dijiste que querías conservarlo a pesar de que no quieres que lo inserte en la mafia directamente.

Dazai se mantuvo en silencio ante la selección de palabras del mayor.

"Es tuyo"

"Es mío" se repitió en su cabeza.

— Quiero que vaya a la escuela. No puedo hablar con él si no está a la altura de mis conocimientos.

— Mmh... — pensó un poco más — Cuando Kouyou-kun regrese de su misión podríamos presentarle a Chuuya ¿No crees? Ella adora a los niños, de seguro querrá ser su tutora. Intentaré arreglar eso para ti, Dazai-kun.

El nombrado solo asintió con la cabeza y salió de la imponente oficina sin siquiera pedir permiso.

El niño recién llegado, el cual habían encontrado en la calle hace dos días atrás, era pelirrojo y tenía maravillosos ojos azules.

El pequeño Dazai lo vio tan vulnerable ese día, que tal vez, y solo tal vez, le recordó un poco a él.

A pesar de ser un superdotado y prodigio, seguía siendo un niño. Uno muy pequeño, el cual estaba destinado a no vivir su infancia, estudiar como si fuese universitario, y normalizar cosas tan crudas como lo eran los negocios sucios, aprender el uso de armas, las torturas para sacar información, y ver la muerte como algo de todos los días.

Cuando vio al tal Chuuya, vio un juguete; un perro tal vez. Alguien con quién podría entretenerse, a quién podría adiestrar para que fuese su sirviente personal. Una distracción en ese mundo tan aburrido en el cual estaba inserto.

Pero el niño ni siquiera sabía leer de corrido.

— ¿Dazai-kun?

— Solo "Dazai" está bien.

— Dazai... — repitió resignado. Sintiéndose avergonzado y regañado por la voz sin emociones con la cual le hablaba el castaño de ojos crueles.

El más alto (solo por un par de centímetros) lo miró fijamente.

Chuuya seguía con los ojos notablemente irritados.

𝚁𝚎𝚌𝚒𝚙𝚛𝚘𝚌𝚊𝚕 • Soukoku • FinalizadaWhere stories live. Discover now