11. Líderes

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Le había escapado varias veces, pero esa última vez había sido más que complicada, no iba a negarlo. Sarah era como un halcón, dispuesto a atacar en cualquier momento. Ella tenía ojos en todos lados, como también en la espalda. Sabía adonde se movería Went, como también sabía adonde se moverían sus soldados a cargo. No era ninguna idiota y ser realmente exótica jugaba a su favor en todo momento. Sabía cómo mover a los hombres, que decirles, que hacer y como convencerlos. Y si bien los Guardianes no sentían pasión, si tenían deseo en cierto momento de la provocación. Él lo sabía de experiencia, pero no quería pensar en eso.

Cuando Owen decidió buscar un cuartel suplente para el actual, caminaron por días y días en busca de un lugar parecido al otro cuartel. Era una misión realmente difícil para todos, porque el Cuartel principal se había vuelto casi una fortaleza y además, tenían ciega confianza de que nada pasaría. Went también lo creía pero no creía que él iba a traicionarlos y que Sarah iba a lograr todo aquello.

Ni él recordaba cómo había sucedido. Cuando comenzaron sus ansias de traicionar, pero suponía que había sido luego de reencontrarse con Sarah. Él creía fielmente que aquello que ella le inyectaba inmunizaba su ADN Iluminado y aumentaba su ADN de Guardián. Vulgarmente dicho, seguramente Dexter tendría una mejor explicación. Pero estaba seguro.

Lo que Sarah no sabía, y él había comprendido con el tiempo, era que el ADN de los Iluminados era aún más fuerte que cualquier inyección. Si bien se tardaba un tiempo en volver a ser un Iluminado, si no se recibía la dosis diaria... Went volvía a sentir. Y a despertar. Ser un Guardián a base de una inyección era como permanecer sin dormir eternamente. Él lo usaba de ejemplo. Uno se movía sin saberlo o entender porque lo hacía, atacaba porque le habían enseñado que lo mejor era atacar y nunca recordaba, al día siguiente, que había sucedido. Went no recordaba sus últimos momentos en el Cuartel pero si recordaba la noche del laboratorio. Recordaba lastimar a Molly, dudar sobre lo que decía, recordaba haber recuperado la compostura y luego haberla perdido una vez más. Fue el momento que más luchó contra la inyección.

Luego recordaba poco.

Momentos con su padre, con Sarah. No recordaba haberle dejado un mensaje de radio a Molly, ni otras cosas más que debería recordar. Todo era confuso y si bien antes era confuso, en ese momento peor.

Pero al menos ahora tenía a alguien a quien culpar y tenía que recuperar la confianza en Molly.

Molly.

El recuerdo de la chica de ojos azules le hizo sonreír incluso en la oscuridad. Odiaba a la inyección, ya que había logrado que él olvidara por completo lo que sentía por ella. Pero al perder el efecto y volver a sentir, lo recordó. Sobre todo cuando bailó junto a ella. No hubo contacto, no hubo besos como en el tren. Pero lo recordó vivamente y deseó permanecer junto a ella. Serle fiel, ser suyo. No le importaba que ella estuviera con Owen o no lo quisiera más, él iba a estar a su lado.

El Cuartel de Misery apareció frente a sus ojos luego de caminar en medio del bosque sin nada más que árboles, seguía tal y como lo habían encontrado con Owen. Conocía demasiado a los Iluminados para saber cómo iban a reaccionar si lo veían entrando como si nada con las manos en los bolsillos y silbando. Así que se tomó el tiempo para entrar al Cuartel. Esquivó a los Iluminados que estaban de guardia y trató de no ser tan obvio como para quedar a la vista para los Iluminados que estaban en el techo. Pero lo logró.

La puerta principal estaba frente a él, y si bien no era lo suficientemente idiota como para entrar corriendo, al dar unos pasos hacia ella se detuvo. O mejor dicho, un golpe lo detuvo. Un puño fue hacia él con bastante fuerza y ante la sorpresa del acto, lo derribó por completo. Went cayó al suelo con las manos en la nariz, una vez más, estaba lastimada, ya era un caso perdido.

Misery City [Farewell City #2 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora