2. Rendición.

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            Un golpe

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            Un golpe.

Dos.

Tres.

Maldito inmortal.

Molly dio un cuarto golpe al pecho de Moritz pero nada sucedió, no le causó ningún efecto. Al contrario, él tomó el pie de la chica y detuvo su movimiento. Era la segunda vez en su vida que alguien atrapaba su ataque así. La primera vez había sido Black, el hombre al que había asesinado. El pensamiento la distrajo y Moritz apretó su pie hasta que Molly gritó retorciéndose de dolor. Tiró del pie hacia él y la chica cayó al suelo salvando su cabeza casi de milagro. Por el rabillo del ojo pudo ver a Owen poniéndose de pie desde lejos, dispuesto claramente a golpearle la cara a Moritz. Aun así se detuvo cuando Zeus, sentado a su lado, levantó una mano y movió la cabeza en señal de negación.

Lamentablemente, el combate había terminado y una vez más, Molly había perdido. Cuando era pequeña estaba acostumbrada a perder contra Moritz y lo aceptaba sintiéndose orgullosa de pelear contra él. En ese momento sentía odio y humillación por perder contra ese idiota.

La situación era un asco: Moritz había vuelto de la tierra. En realidad nunca había muerto, lo dio por muerto al no escapar con ella del laboratorio pero estaba vivito y coleando. Moritz había confesado haber usado toda su vida a Molly para volverla una especie de proyecto. Lo era, a fin de cuentas, pero había fallado en algunas cosas. Molly era más Iluminado que todos los demás, sentía aún más que los demás y eso la volvía vulnerable.

—Patética pelea.

Molly no dijo nada, porque el patético era él en esa situación. Había pasado de amarlo a odiarlo, así era ella. Aunque claro, la vuelta de tuerca que había jugado su maestro también tenía mucho que ver. Gabriel Davies había logrado ser un padre inolvidable, seguramente ganaría un premio si se lo prometía. El padre más decepcionante del siglo y Molly lo entregaría orgullosa.

Se puso de pie como pudo, sintiendo la espalda rogando clemencia y le hizo caso sin pensarlo dos veces. Moritz la había obligado a pelear todas las tardes y a pesar de las quejas de Molly, él era lo suficientemente simpático como para recordarle cuántas vidas había perdido por su entrenamiento olvidado. Tenía que entrenar con él, incluso cuando era algo que odiaba. Moritz era una leyenda en Farewell, muchas personas lo idolatraban. Molly y Owen lo habían hecho anteriormente, hasta descubrir qué tipo de persona era. Por esa razón, muchas personas se reunían para ver las batallas entre ellos. Normalmente ella perdía, pero le daba batalla.

—¿Te retiras, Mollyana? ¿Tan rápido?

Owen se reunió con ella extendiendo una mano para ayudarla, pero no le prestó atención. Adoraba a Owen, con su vida, pero últimamente se había vuelto algo sobreprotector. Excesivamente protector y Molly no era fanática de ese tipo de afectos. No sabía cómo comentárselo y estaba al tanto que eso tendría consecuencias. Lamentablemente no tenía tiempo de lidiar con ellas. Moritz se reía, pero ninguno le prestó atención a su tontería. Estaban cansados de él. Vaya decepción se habían llevado del gran "maestro Moritz".

Misery City [Farewell City #2 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora